14.) La Eliminación del Pecado II

Desde el comienzo del tiempo, siempre hubo completa armonía de corazón y mente entre Dios y Sus seres creados. Paz, amor y tranquilidad reinaban en todo el Universo. Hasta que Lucifer comenzó su descenso a la oscuridad, el desacuerdo con Dios y Sus principios no se conocía. Cuando la tentación llegó al corazón de Lucifer para cuestionar la bondad de Dios, Su sabiduría y Su ley, la repelió, pues ningún otro ser había sido tentado a aventurarse más allá de lo conocido a lo desconocido acerca del supremo Regente del Universo. Pero de alguna manera las preguntas en su corazón surgieron de una y otra vez hasta que finalmente comenzó a sopesarlas continuamente.

¿Qué diferencia había entre él y el Hijo de Dios? ¿El Hijo de Dios había tenido alguna vez un comienzo como en su caso? ¿Por qué era excluido de algunos de los consejos privados entre los tres miembros de la Trinidad? ¿Por qué había una ley divina para seres perfectos que no tenían un deseo innato de pecar? Estas y otras interrogantes cautivaron la mente de Lucifer tanto así que ya no podía controlarlas, fue entonces que comenzó discretamente a compartir su desacuerdo con los otros ángeles.

 

A través de la Biblia y el Espíritu de Profecía recibimos luz relativa al misterio de la iniquidad y el extraño y el insondable viaje que Lucifer tomó, que arrastró al cielo y a todo el Universo al gran conflicto entre el bien y el mal. Aunque no hay excusa para el pecado, nuestro benevolente y sabio Creador escogió revelarse a Sí mismo y a Sus principios a través del plan de salvación, incluso si requería el supremo sacrificio de la vida de Su amado Hijo.

Debido a la complejidad del pecado, se necesitaron seis mil años para mostrar todas las facetas de la rebelión y sus consecuencias. Pero finalmente llegó el momento para terminar la batalla entre el bien y el mal. Todo lo que puede mostrarse y examinarse está ahora expuesto ante el Universo. Lo que resta es producir la generación final del remanente purificado – los que “guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.” Apocalipsis 14:12, VRS.

Cuando Cristo estuvo en la Tierra exclamó: “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” Lucas 18:8. Estaba hablando específicamente de la última generación que estaría viva cuando Él viniese a recoger la cosecha de la Tierra al concluir el plan de salvación y Su ministerio en el Santuario celestial. Para ese momento, todo lo que necesita mostrarse acerca del misterio de la iniquidad versus la integridad y perfección del carácter y gobierno de Dios estará completamente expuesto ante la vista de todo el Universo. ¿Pero por qué Cristo destaca la fe como una característica sobre todas las demás que busca en Su pueblo al final de los tiempos? Es porque sin fe es imposible conocer a Dios o tener una relación salvadora con Él y así será imposible alcanzar el nivel del perfección que es necesario para la culminación de la obra que debe hacerse antes que el plan de salvación esté completo. Pablo habla de esto en Romanos 1:1-5:

“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios… acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre.”

A través de la historia, el pueblo de Dios ha tenido que tenerle fe a un Dios que no podían ver con sus ojos físicos, pero con el que podían comunicarse en el templo interno de sus mentes y almas al extremo que preferirían morir que desobedecerlo.

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos”. Hebreos 11:1, 2.

Sin embargo, nosotros que somos parte de la generación final debemos tener una fe que exceda la de aquellos que vinieron antes que nosotros. Nuestra fe debe abarcar la obra de Cristo en la purificación completa y la eliminación de todo el pecado de nuestras vidas y recuerdos. Esto no le ha pasado antes a ninguna generación que haya pasado por la Tierra. La mayoría de los Cristianos de hoy en día no creen que esto sea posible. Debido a nuestras experiencias diarias de fallo o de quedarse cortos a la marca de la perfección, la mayoría de la gente llegó a la conclusión que no podemos llegar a ese nivel e perfecta obediencia a Cristo en todo momento, en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia. ¡No es de extrañarse que Cristo preguntara su a Su regreso a la Tierra encontraría fe entre Su pueblo! Se requeriría una fe y un nivel de obediencia hasta ahora desconocido. Por esto es que Pablo asegura en Hebreos 11:39, 40:

“Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros”.

Para muchos, las palabras “perfecto” o “perfección” remueven sentimientos de miedo, resentimiento o incredulidad de la posibilidad de alcanzar esta meta hasta que estemos en el cielo. Los que creen esto sienten que Cristo debe cambiar nuestra naturaleza carnal antes de completar la santidad de carácter. Así, para muchos Cristianos, la rectitud por fe se convierte en la creencia que la perfecta rectitud de Cristo cubre nuestras imperfecciones hasta que Lo veamos descendiendo en las nubes de gloria y recibamos el toque final de la inmortalidad.

Por tanto, en este artículo, les presentaré una forma expandida de ver el asunto de la perfección bíblica para incluir la obra de Cristo en el Santuario celestial donde se está reproduciendo a Sí mismo en las vidas de aquellos que Le permiten limpiarlos de pensamientos, sentimientos y comportamientos pecaminosos y llenarlos con los atributos de Su perfecto carácter.

A través de la historia, la perfección o el ser inmaculado siempre fue un requisito para el pueblo de Dios. Enoc tenía una relación tan íntima con Dios que fue traspuesto. Se decía que Noé era inmaculado entre la gente de su tiempo. Dios le pidió a Abraham que caminase ante Él y que fuese perfecto o inmaculado. El Señor mismo afirmó que Job era inmaculado e íntegro. Se decía que Zacarías y Elizabeth eran “justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor”. Lucas 1:6. Cristo, en Su primer sermón, estableció este mismo alto estándar para Sus seguidores: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Mateo 5:48.

A través del Nuevo Testamento este mismo alto estándar de carácter y comportamiento se impone entre los seguidores de Cristo:

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo… nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”. Efesios 1:3, 4.

“Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha”. Efesios 5:25-27.

 “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios”. Filipenses 1:9-11.

“Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo”. Filipenses 2:14, 15.

“Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos… para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos”. 1ra. Tesalonicenses 3:12, 13.

“El ideal de Dios para sus hijos es más elevado de lo que puede alcanzar el más sublime pensamiento humano. “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” Esta orden es una promesa. El plan de redención contempla nuestro completo rescate del poder de Satanás. Cristo separa siempre del pecado al alma contrita. Vino para destruir las obras del diablo, y ha hecho provisión para que el Espíritu Santo sea impartido a toda alma arrepentida, para guardarla de pecar”.

“No hay disculpa para el pecado. Un temperamento santo, una vida semejante a la de Cristo, es accesible para todo hijo de Dios arrepentido y creyente. El ideal del carácter cristiano es la semejanza con Cristo. Como el Hijo del hombre fue perfecto en su vida, los que le siguen han de ser perfectos en la suya”. DA 311.

Claramente, Dios estableció a través de las palabras inspiradas de las Escrituras y el Espíritu de Profecía que la perfección o el ser inmaculado es la meta de Sus hijos en cada época de la historia. ¿Entonces por qué este estándar se ve tan frecuentemente tan inalcanzable para nosotros en nuestras vidas cotidianas? Como dijo Jeremías: “¿Pueden los Etíopes cambiar su piel o el leopardo sus manchas? Tampoco pueden ustedes hacer el bien si están acostumbrados a obrar el mal.” Jeremías 13:23. David observó: “A toda la perfección le veo un límite, pero Tus mandatos son ilimitados.” Salmos 119:96. En otra palabras, los requisitos de perfección de Dios parecen estar más allá del alcance de las habilidades de los seres humanos y en todos nuestros intentos quedaremos cortos de la meta.”

Pablo también describe la frustración en sus intentos de alcanzar la meta de perfecta obediencia a la ley de Dios:

“Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y si lo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley es buena. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.  Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. !!Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por ¡Jesucristo Señor nuestro!”. Romanos 7:14-25.

¡De seguro cada Cristiano que haya intentado alguna vez vivir la ley de Dios a la perfección por sus propios medios puede identificarse con la experiencia de Pablo! A pesar de nuestros anhelos y mejores intentos, nos quedamos cortos a la meta de la perfecta similitud con Cristo. Es en este punto que muchos se desilusionan y aceptan la premisa que pecaremos hasta que Cristo vuelva y remueva nuestra naturaleza carnal que está sesgada hacia el pecado y nos dé la perfección de Su vida tal como Él la vivió mientras estuvo en esta Tierra.

No obstante, esta premisa no concuerda con las demandas del gran conflicto de producir un producto terminado de la gracia de Cristo antes que se cierre la gracia para los habitantes de la Tierra. Si Cristo no puede reproducir Su vida perfecta en las vidas de Sus seguidores, Satanás gana al probar su argumento que las leyes de Dios son injustas e inalcanzables. El propio nombre “Jesús” es una declaración de Su proyecto original y su llamado a venir a esta Tierra. Cuando José se preocupó por el embarazo de María, Gabriel descendió del cielo y le dijo: “Lo que se concibió en ella es del Espíritu Santo y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” Mateo 1:21, 21. Por tanto, el producto final de la obra de Cristo en el Santuario celestial será un pueblo perfeccionado que ha sido purificado en todas las áreas de sus vidas, donde el pecado – que es estar en desacuerdo con Dios – fue apartado y la completa armonía entre Dios y el hombre se restauró.

“La lluvia tardía, que cae cerca del cierre de gracia, madura el grano y lo prepara para la cosecha… Como el rocío y la lluvia se dan primero para que la semilla germine y luego para que se madure la cosecha, de igual modo se da el Espíritu Santo para avanzar, de una etapa a la otra en el proceso de crecimiento espiritual. La maduración del grano representa la culminación de la obra de la gracia de Dios en el alma. Por el poder el Espíritu Santo, la imagen moral de Dios será perfeccionada en el carácter. Seremos completamente transformados a la semejanza de Cristo.” TM 506.

“Como los olivos se vacían en las tuberías doradas, así mismo los mensajeros celestiales buscan comunicar todo lo que reciben de Dios. Todo el tesoro celestial espera por nuestra demanda y recepción y a medida que recibamos la bendición, debemos ir impartiéndola…”

“Este es el trabajo para el que el Señor haría que cada alma estuviese preparada a hacer en este momento, cuando los cuatro ángeles están conteniendo los cuatro vientos, que no han de soplar hasta que los siervos de Dios estén sellados en sus frentes. Este no es momento de auto indulgencia. Las lámparas del alma deben ajustarse. Deben llenarse con el aceite de la gracia. Se debe tomar cada precaución para prevenir el bajón espiritual para que el gran día del Señor no nos sorprenda como ladrón por la noche… Deberíamos obtener a diario una profunda y vívida experiencia en la obra de perfeccionar el carácter Cristiano. Deberíamos recibir a diario el aceite sagrado, para que podamos impartírselo a los demás… Pero los que no cultiven el espíritu y el hábito de la oración no pueden pretender recibir el aceite dorado de la bondad, paciencia, tolerancia, amabilidad, amor, etc…”

“La dispensación en la que vivimos ahora será, para aquellos que pidan, la dispensación del Espíritu Santo. Pidan Su bendición… Se nos llaman a proclamar las verdades especiales en este tiempo. Para todo esto es esencial el vertido del Espíritu. Debemos pedir por eso. El Señor espera que Le pidamos… No podemos depender de la forma o una maquinaria externa… Es el momento de la lluvia tardía, cuando el Señor dará generosamente Su Espíritu.” TM 510-512.

Observen cuidadosamente que, quienes vivan en el fin de los tiempos y en la caída de la lluvia tardía del Espíritu Santo, están en una dispensación distinta que aquellos que vinieron antes que nosotros, por tanto, se nos requieren un nuevo entendimiento y deberes.

“Vi a algunos que no defendían firmemente la verdad presente. Sus rodillas estaban temblando y sus pies resbalaban porque no podían plantarse firmemente en la verdad y la cubierta del Dios Todopoderoso no podía recaer sobre ellos mientras estuvieran temblando así. Satanás estaba empleando cada recurso para mantenerlos donde estaban, hasta que el sellado se hubiese terminado, hasta que la cubierta se hubiese retirado del pueblo de Dios y quedaron sin refugio de la ardiente ira de Dios en forma de las últimas siete plagas.” EW 44.

“El sello del Dios viviente será colocado solo sobre aquellos cuyo carácter sea similar al de Cristo.” 7BC 970.

¿Qué significa estar en una dispensación distinta a aquellos que vinieron antes que nosotros? Una explicación de estas palabras considera la historia bíblica dividida por Dios en dispensaciones o épocas u órdenes designadas divinamente, tales como la dispensación Patriarcal, la dispensación Mosaica o Judía y la dispensación Cristiana.

 

Me gustaría recordar que la obra y el ministerio de Cristo en todo el plan de salvación se representa en las tres secciones del Santuario. La fase del Patio representa las dispensaciones Patriarcal y Mosaica cuando Dios trataba con Su pueblo a través del sistema del sacrificio. Durante el período Patriarcal, Dios trataba directamente con los líderes espirituales escogidos como Enoc, Noé y Abraham para mantener las líneas de comunicación abiertas entre Él y la Tierra. A través de Moisés y la nación de Israel, Dios reveló un entendimiento más completo de la salvación a través de los servicios del Santuario terrenal. Sin embargo, estos eran solo representaciones de la futura realidad.

Cuando Cristo vino a la Tierra, cumplió todo el significado de los tipos y sombras y estableció las bases por las cuales la totalidad de la verdad podría entonces exhibirse a través de Su ministerio en el Santuario celestial. El entendimiento de estas verdades es vital para nuestra comprensión de lo que se nos pide en este momento histórico.

¿Por qué ha tardado tanto resolver el problema del pecado y restaurar las perfectas relaciones entre Dios y el hombre? La respuesta está en el hecho que Dios debe obrar dentro de los límites del inteligente entendimiento humano y su libre albedrío para traer la armonía, el acuerdo y la obediencia voluntaria a las leyes del gobierno de Dios. Todo lo que Dios hace está basado en Su amor, Su sabiduría y Su presciencia. La obediencia obligada o la coerción nunca fueron parte del reino de Dios, porque son antónimos de los principios del amor y el libre albedrío. Por tanto, debe permitir que el pecado siga su curso hasta que los resultados finales del pecado se presenten ante el Universo.

En mis estudios y experiencia personal, llegué a la conclusión que las tres dispensaciones que dividen la historia de la humanidad reflejan los tres niveles de consciencia que comprenden la mente humana – la mente consciente, la mente subconsciente y la mente inconsciente.

De acuerdo a neurocientíficos cognitivos, somos conscientes de apenas un cinco por ciento de nuestra actividad cognitiva, así que la mayoría de nuestras decisiones, acciones, emociones y conductas dependen del 95 % de actividad cerebral que va más allá de nuestro estado consciente.

El subconsciente o aspecto no intencional de la mente, representa cerca del 90 % del total de la función cerebral. Es esa parte de la consciencia que no está actualmente en alerta focal. El subconsciente es la colección de pensamientos, conductas y acciones no intencionales y habituales, por tanto, la frase que mejor describe a la mente subconsciente es “sin alternativa.”

La mente inconsciente consiste en  los procesos mentales que ocurren automáticamente y a los que no se les puede hacer una introspección y eso incluye procesos del pensamiento, memoria, afecto y motivación.

(La información objetiva se extrajo de Google recursos.)

 

Creo que Dios a propósito estructuró el proceso de redención en general para coincidir con la necesidad de purificación y obediencia en los tres niveles de la mente antes que la restauración total de la humanidad pueda completarse. Antes que Adán y Eva pecaran, sus mentes eran perfectas al provenir de la mano de Dios, creados a Su imagen y semejanza, pero luego que pecaron, sus mentes se distorsionaron, tenían miedo y levantaron defensas. Gracias a haber escuchado al enemigo y desobedecido el mandato de Dios, Satanás ahora tenía acceso a sus mentes para insertarles pensamientos y sentimientos que estaban en armonía con él mismo como consecuencia de su propia rebelión y pecado en contra de Dios y Su ley de libertad y vida. Con misericordia, Dios brindó una cubierta para darles la esperanza de un redentor que vendría y el continuo acceso para Consigo mismo a través del sistema de sacrificio de ofrecer un cordero como propiciación por sus pecados.

Creo que el establecimiento de los tres niveles de la mente fue provisto por Dios para protegernos del peso y culpa de la alerta consciente de nuestra pecaminosidad, la cual aplastaría nuestra esperanza y nos separaría de Dios. Adán y Eva trataron de escapar de su culpa cubriéndose a sí mismos con hojas de higuera y culpándose el uno a otro y a la serpiente por su pecado. Pero Cristo asumió el peso de nuestros pecados sobre Sus hombros y los soportó por nosotros como el Cordero sacrificado desde la fundación del mundo. (Apocalipsis 13:8).

Solo si aceptamos Su sacrificio por nosotros, podremos hallar paz, esperanza y descanso de una clamorosa conciencia culpable y de las acusaciones del maligno y solo cuando los tres niveles de la mente sean purificados y liberados de cualquier vestigio de los resultados del pecado, es que el plan de salvación habrá culminado.

Para entender la necesidad y la importancia de la purificación en los tres niveles de la mente, consideraré a cada nivel separadamente y examinaré las razones por las que Cristo no puede terminar el plan de salvación hasta que tenga un pueblo que coopere con Él en la restauración completa de la mente.

Cuando Adán y Eva fueron colocados en el jardín del Edén, su lealtad a Dios y su obediencia a Sus requerimientos fueron probadas una sola vez.

“Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Génesis 2:15-17.

Cuando Adán y Eva pecaron y como consecuencia su túnica luminosa desapareció, ¿cuál fue su reacción inmediata? Temerosos y con remordimiento, se escondieron de su Creador, Quien hasta ese punto había sido la fuente de todo su amor, dicha y felicidad. Cubriéndose con hojas de higuera, se escondieron entre los árboles del jardín.

¿Qué hizo la diferencia en el estado emocional y mental de Adán y Eva después que transgrediesen la ley de Dios? ¿Y por qué la muerte era la consecuencia de su falta? Esta cita de Patriarcas y Profetas, página 61, responde algunas de estas interrogantes:

“Después de su pecado, Adán y Eva ya no morarían en el Edén. Sinceramente rogaron permanecer en el hogar de su inocencia y dicha. Confesaron que había abandonado todo derecho a ese alegre existir, pero se comprometieron a una futura y estricta obediencia a Dios. Pero se les dijo que su naturaleza se había depravado por el pecado; que su fuerza para resistir al mal había disminuido y que le habían abierto el camino a Satanás para ganar un mayor acceso a ellos. En su inocencia, habían cedido ante la tentación y ahora, en un estado de culpa consciente, tendrían menos poder para mantener su integridad.”

¡Imaginen la pena que deben haber sentido cuando salieron para siempre del hermoso jardín que fuera su hogar! Su único consuelo era la promesa de un redentor que vendría y los rescataría a ellos y a toda la raza humana de las garras del enemigo. Pero Adán y Eva no fueron los únicos en sufrir gracias a sus pecados. Todo el cielo fue arrastrado al conflicto y el plan de salvación, que fue formulado antes de la creación del mundo, fue puesto en marcha.

“La caída del hombre llenó el cielo de pesar. El mundo que Dios había creado fue plagado con la maldición del pecado y habitado por seres condenados a la miseria y la muerte. Parecía no haber escape para aquellos que habían violado la ley…”

“El Hijo de Dios, el glorioso Comandante del cielo, fue conmovido con pena por la raza caída. Su corazón se movió con infinita compasión cuando los lamentos del mundo perdido se elevaron ante Él. Pero el amor divino había concebido un plan donde el hombre podría ser redimido. La ley rota de Dios demandaba la vida del pecador. En todo el Universo solo había Uno que podría, a favor del hombre, satisfacer esas demandas. Ya que la ley divina es tan sagrada como Dios mismo, solo Uno igual a Dios podía expiar esa transgresión. Ningún otro que Cristo podía redimir al hombre caído de la maldición de la ley y volverlo a poner en armonía con el cielo. Cristo asumiría la culpa y la vergüenza del pecado, -- pecado tan ofensivo a un santo Dios que debe separar al Padre de Su Hijo. Cristo llegaría a las profundidades de la miseria para rescatar a la raza condenada.”

“Cristo intercedió ante el Padre en favor del pecador, mientras la hueste celestial esperaba los resultados con tan intenso interés que la palabra no puede expresarlo. Mucho tiempo duró aquella misteriosa conversación, el “consejo de paz” en favor del hombre caído. El plan de la salvación había sido concebido antes de la creación del mundo; pues Cristo es “el Cordero, el cual fue muerto desde el principio del mundo. Sin embargo, fué una lucha, aun para el mismo Rey del universo, entregar a su Hijo a la muerte por la raza culpable. Pero, “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” PP 63.

Leer esto nos da un pequeño vistazo de las enormes dimensiones del problema del pecado y la dificultad de su erradicación del Universo. Cristo fue dado a la raza humana para siempre para que Él mismo se identificara con nuestro sufrimiento como consecuencia del pecado, no porque quería separarse de Su Padre, sino porque no podía separarse de Su amor por nosotros y el Padre ha sido uno con Su Hijo al momento de salvar este planeta rebelde.

Para echarle un vistazo a este maravilloso y entrañable amor, no solo debemos mirar la cruz, sino también a la lucha de Cristo en el jardín de Getsemaní. Fue allí que se encontró con el tentador sin un mediador, igual que le había pasado a Adán en el jardín del Edén. ¡Pero qué diferente fueron la rápida capitulación de Adán al enfrentar la tentación y la lucha de vida o muerte que experimentó Cristo en el jardín de Getsemaní! Con el peso de siglos de pecados sobre Él, Cristo encaró al adversario y triunfó, incluso antes de llegar a la cruz.

“Se nos presentan el jardín del Edén con su desobediencia y el jardín de Getsemaní con su obediencia… El jardín del Edén con su falta de obediencia debe estudiarse y compararse cuidadosamente con el jardín de Getsemaní, donde el Redentor del mundo sufrió una agonía sobrehumana cuando los pecados de todo el mundo se acumularon sobre Él.” 5BC 1103.

“En el jardín de Getsemaní Cristo sufrió en lugar del hombre y la naturaleza humana del Hijo de Dios se tambaleó ante el terrible horror de la culpa del pecado, incluso desde Sus pálidos y temblorosos labios forzosamente salió el agonizante clamor: ‘Padre Mío, si es posible, aleja este cáliz de Mí’, pero si no hay otro modo por el cual la salvación del hombre caído pueda completarse, entonces ‘se haga Tu voluntad y no la Mía.’. La naturaleza humana habría muerto allí mismo ante el horror de la sensación del pecado, de no haber estado allí un ángel celestial para fortalecerlo frente a la tremenda agonía.” Ibid.

Cristo padeció esta agonía y pagó el precio por cada ser humano que desee ser parte de Su reino. Pero muchos toman esta provisión a la ligera y creen que continuarán con sus defectos y pecados hasta que Cristo remueva su naturaleza carnal cuando venga por segunda vez. Estos Cristianos no se dan cuenta que Cristo no solamente compró la salvación para nosotros a través del perdón, sino que también brindó la total erradicación del pecado mediante el impartir de Su perfecta rectitud al alma interna de todos los que cooperen con Su obra de purificación y eliminación de todo pecado al culminar Su obra en el Lugar Santísimo del Santuario celestial.

Pedro hace referencia a esta verdad en Hechos 3:19-21 (VRS):

“Por tanto arrepiéntanse y conviértanse, que sus pecados sean eliminados, cuando los momentos de refrescamiento vengan desde la presencia del Señor y Él envíe a Jesucristo lo cual ya se les predicó: A quienes los cielos deben recibir hasta el momento de restitución de todas las cosas, lo que Dios habló a través de las bocas de todos Sus santos profetas desde el principio del mundo.”

“¿Estamos purgando nuestros corazones de todo egoísmo y limpiándolos en anticipo a recibir la lluvia tardía desde el cielo? Ahora es el momento para confesarnos y abandonar nuestros pecados, para que desaparezcan antes del juicio y sean execrados.” 4BC 1178.

“La sangre de Cristo, si bien era para liberar al pecador arrepentido de la condena de la ley, no era para cancelar el pecado, esto permanecería en los registros del Santuario hasta la expiación final… Entonces en virtud de la sangre expiatoria de Cristo, los pecados de todos los verdaderamente penitentes serán eliminados de los libros celestiales… nada que recordar ni para hacer remembranza.” PP 357, 8.

“La sangre de Cristo, ofrecida a favor de los creyentes penitentes, aseguró su perdón y aceptación con el Padre, aun así sus pecados permanecieron en los libros de registro. Al igual que en el servicio típico había una obra de expiación al terminar el año, así mismo antes que el trabajo redentor de Cristo para el hombre culmine, hay una obra de expiación para la remoción del pecado del Santuario. Este es el servicio que comenzó cuando los 2300 días terminaron.” GC 421.

Cristo ha estado haciendo ministerio en el Lugar Santísimo del Santuario celestial durante desde hace 175 años. Pudo haber venido mientras vivían aquellos que pregonaban el mensaje de Su venida en 1844. ¿Cuál es la razón para la demora? ¿Necesitamos más iglesias? ¿Más dinero? ¿Más misioneros? ¿O Cristo está esperando a un pueblo que coopere con Él en la remoción y eliminación de sus pecados para que Él pueda tener un remanente que Lo represente por completo ante el Universo?

La necesidad de eliminar el pecado la sabían incluso los patriarcas y profetas del Antiguo Testamento. Los servicios del Santuario enseñaban esta verdad cada año en el Día de Expiación. Después del pecado de David con Betsabé y el asesinato de Urías, le imploró a Dios con profundo arrepentimiento y quebrantamiento de corazón:

“Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, mi pecado está siempre delante de mí… He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría…  Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades… No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente. Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti”. Salmos 51:1-13.

Observen que en su oración, David reconoce el principio de las tendencias hereditarias a pecar desde el nacimiento, al igual que la necesidad de limpiar los lugares más internos de nuestras mentes.

Isaías también habla de la necesidad de cooperar con el proceso de la eliminación del pecado:

“Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. Hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tú para justificarte. Tu primer padre pecó, y tus enseñadores prevaricaron contra mí”. Isaías 43:25-27.

“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho”. Isaías 1:18-20.

Mucha gente siente que la eliminación del pecado tendrá lugar sin que la gente sepa, en el secreto del ministerio de Cristo en el Santuario celestial en algún punto del tiempo. Pero esto no es escritural, pues “el Señor no hace nada sin nuestra cooperación.” 2SM 236.

Como vemos en los textos anteriores, Dios espera que colaboremos con Él durante el proceso de eliminación al hablar con Él con respecto a el pecado que Él quiere eliminar. Él también menciona que en Su mente al igual que en los registros de nuestros pecados en el cielo, el principal generacional va hasta nuestro primer padre, Adán. Para que Cristo elimine nuestros pecados, el principio del pecado mismo debe purgarse del lugar más recóndito de nuestras mentes y corazones, entonces queda claro que aquellos que vayan al cielo habrán sido inoculados por la sangre de Cristo a través de una relación tan cercana con Él que la enfermedad del pecado será erradicada para siempre del Universo.

La cuestión ahora es, ¿cómo podemos cooperar con Cristo en este proceso de purificación? En primer lugar, debemos convertirnos en estudiantes de la palabra de Dios. Dado que nuestras mentes están naturalmente depravadas por el pecado, nuestro pensamiento debe ser reentrenado por el Espíritu Santo obrando a través de la palabra. En la creación del mundo, Dios habló y se hizo. Pero fue a través del medio del Espíritu Santo que todas las cosas llegaron a ser.

“La obra del Espíritu de Dios debe tener alguna conexión con la actividad que debió iniciarse actualmente, una actividad que le pone orden al caos. El Espíritu de Dios ya estaba presente, listo para actuar apenas se diera la orden. El Espíritu Santo siempre ha hecho este mismo trabajo. El Agente divino siempre estuvo presente para asistir en la obra de la creación y la redención, para reprender y fortalecer al alma, para reconfortar al que se lamenta y para presentar las oraciones de los creyentes en una forma aceptable para Dios.” 1BC 209 (No EGW).

“Por la obra del Espíritu Santo, la verdad se clava en la mente y se imprime en el corazón del estudiante diligente y temeroso de Dios… Aquellos que hacen de Dios su consejero, recogen la más preciosa cosecha cuando reúnen los granos de la verdad de Su Palabra, pues el Instructor celestial está a su lado.” 5BC 1147, 8.

Para entender el proceso de re-creación, debemos prestar mucha atención al camino de santificación que se revela en el Santuario. La primera sección del mismo era el Patio. A través de los rituales asociados con el sacrificio del cordero, a la humanidad se le señaló que la propiciación del pecado sería provista a través del sacrificio de Cristo. Por favor observen que en este ritual, se le requería al pecador estar presente, confesar sus pecados sobre la cabeza del cordero y degollar al animal a sacrificar, siendo así consciente que su pecado solo podría expiarse con la muerte del Hijo de Dios quien quitaría los pecados del mundo. Desde ese momento en adelante, el sacerdote llevaba a cabo todas las actividades ceremoniales asociadas con los dos compartimientos siguientes del Santuario.

Es importante observar que en los servicios del Santuario cada persona era responsable de una consciente asunción de su pecado y se le requería participar en el proceso de acuerdo al patrón que Dios le reveló a Moisés. La confesión del pecado debería ser específica para que la sangre del cordero sacrificado se aplicara a la mente consciente, lo cual ayudaría al pecador a resistir la tentación a cometer el mismo pecado de nuevo cuando se viera tentado. Pero en este punto del proceso de redención, al pecador no se le pedía entender las raíces del pecado que residen en los niveles más profundos de la mente consciente y subconsciente. Estas eran expiadas a través de los rituales sagrados que eran llevados a cabo en los Lugares Santo y Santísimo del Santuario, donde solo los sacerdotes podían entrar, portando la sangre sagrada de expiación para recibir perdón para el pecador.

Pero cuando Cristo, el Cordero de Dios, vino a la Tierra y pagó el precio de nuestros pecados en la cruz del Calvario, llevó Su propia sangre al Santuario celestial, donde, como nuestro Sumo Sacerdote, puede ahora llevarnos con Él durante todo el proceso de purificación de todo pecado mientras nos movemos con Él a través de la experiencia del Lugar Santo y finalmente a la limpieza y la eliminación del pecado en la segunda habitación del Santuario.

 

“La primera alianza tenía regulaciones de adoración y también un Santuario terrenal… Los sacerdotes entraban regularmente en la habitación externa para llevar a cabo su ministerio. Pero solo el sumo sacerdote entraba en la habitación interna y solo una vez al año, nunca sin sangre, la cual ofrecía por sí mismo y por los pecados que el pueblo había cometido en ignorancia. El Espíritu Santo mostraba así que el camino al Lugar Santísimo no había sido revelado aún mientras el primer tabernáculo todavía existía. Esta es una ilustración para el presente, indicando que los dones y sacrificios que se ofrecían no podían limpiar la consciencia del creyente…

“Cuando Cristo asumió como sumo sacerdote… pasó al mayor y más perfecto tabernáculo que no es hecho por el hombre… No entró por medio de la sangre de cabras o terneros, sino que pasó al Lugar Santísimo de una vez por todas con Su propia sangre, habiendo obtenido redención eterna. La sangre de cabras y toros y las cenizas de un novillo rociadas sobre aquellos que son ceremonialmente impuros los santifican para que puedan estar limpios por fuera. ¡Cuánto más, entonces, la sangre de Cristo, quien a través del Espíritu eterno se ofreció a Sí mismo perfecto ante Dios, limpia nuestras consciencias de los hechos que llevan a la muerte (obras muertas, VRS) para que podamos servirle al Dios viviente!” Hebreos 9:1, 6-9; 11-14.

Como se implica en este pasaje de la escritura, las obras que eran aceptables en el sistema ceremonial ahora se consideran obras muertas si no vienen de y son inspiradas por una caminata íntima y personal con Cristo en Su ministerio por nosotros en el Santuario celestial. Aun así, muchos Cristianos creen que su salvación está segura por sus obras que combinado con la confesión de los pecados obvios, es todo lo que Dios requiere. Esta es la condición de los Laodiceanos, quienes sienten que son espiritualmente ricos y tienen abundancia con las buenas obras cuando en verdad están desprovistos y en peligro de perder su salvación.

¿Entonces las buenas obras no son importantes para nuestra salvación? Ciertamente las buenas obras se ven en las vidas del verdadero pueblo de Dios. Pero se originarán de una relación personal diaria y en todo momento con Cristo.

“Toda alma que en realidad cree la verdad lo demostrará por medio de obras correspondientes. Todos serán fervientes y graves, e incansables en sus esfuerzos por ganar almas para Cristo. Si la verdad desde un principio se siembra profundamente en sus propias almas, entonces procurarán implantarla en el corazón de otros. La verdad se mantiene demasiado en el atrio exterior. Trasladadla al templo interior del alma, entronizadla en el corazón, y dejad que domine vuestra vida. La Palabra de Dios debe ser estudiada y obedecida, luego el corazón hallará descanso, paz y gozo, y las aspiraciones se inclinarán hacia el cielo; pero cuando la verdad se mantiene separada de la vida, en el atrio exterior, el corazón no recibe el calor ni el brillo del fuego de la bondad de Dios.” 5T 547.

“Queda de ustedes ceder su voluntad a la de Cristo y cuando lo hagan, Dios inmediatamente tomará posesión de ustedes y obrará para hacer Su buen placer. Toda su naturaleza entonces será controlada por el Espíritu De Cristo e incluso sus pensamientos estarán sujetos a Él. No podrán controlar sus impulsos y emociones como deseen, pero pueden controlar la voluntad y pueden hacer un cambio completo en sus vidas. Al cederle su voluntad a Cristo, su vida se refugiará con Cristo en Dios y se aliará con el poder que va más allá de cualquier principado o poder. Tendrán fuerza de Dios que los mantendrá cerca de Su fuerza y una nueva luz, incluso la luz de la fe viviente, estará a su alcance.” 5T 514.

Para entender la obra completa de Cristo para la salvación de la humanidad, debemos estudiar el Santuario en cada momento de la historia. Mientras el Santuario terrenal existía, se consideraba que la gente era inmaculada, en tanto viviesen en voluntaria obediencia a las leyes y regulaciones de los servicios del Santuario. Su sumisión a los requerimientos de Dios los mantenía en armonía con Él y abría sus corazones a una relación de salvación con Él. Se decía que Zacarías e Isabel eran “rectos ante los ojos de Dios, guardaban todos los mandamientos y regulaciones del Señor al pie de la letra.” Lucas 1:6. Así, fueron preparados para ser escogidos como los padres de Juan el Bautista, quien fue “llenado con el Espíritu Santo incluso desde el nacimiento.” Vs. 15.

Pero había más que entender acerca del plan de salvación antes que la restauración total de la humanidad pudiese completarse. Cuando Cristo vino, abrió un entendimiento más profundo de la naturaleza del pecado:

“Escucharon que se le dijo la gente de hace tiempo: ‘No matarás y cualquiera que mate será enjuiciado.’ Pero les digo que cualquiera que esté molesto con su hermano será enjuiciado… Oyeron que se dijo: ‘No cometerás adulterio.’ Pero les digo que cualquiera que mire a una mujer con ojos lascivos ya está cometiendo adulterio con ella en su corazón… Oyeron que se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo.’ Pero Yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen, para que puedan ser hijos de su Padre celestial. Él hace que el sol brille sobre buenos y malvados y manda la lluvia para los rectos y los inicuos… Sean perfectos, por tanto, como su Padre celestial lo es.” Mateo 5:22, 27, 43-45, 48.

 

Obviamente, Cristo estaba estableciendo un estándar más alto de rectitud, santidad y perfección de lo que previamente se entendía, lo cual incluye a los pensamientos y sentimientos conscientes. Fue esta revelación lo que perturbó tanto a los líderes religiosos de la época que se propusieron matarlo en su corazón, pues no podían soportar el pensamiento que la rectitud que ellos creían poseer no era la rectitud que Dios requería.

Desafortunadamente, muchos están cometiendo este mismo error hoy. Cuando Cristo pasó Su ministerio al Lugar Santísimo en 1844 para comenzar la obra del juicio, la mayoría de Cristianos no avanzó con Él en su entendimiento y compresión del significado de lo que Cristo estaría haciendo o la necesidad de cooperar con Él para beneficiarse de esta obra en sus vidas personales. Incluso hoy en día la mayoría de los Cristianos creen que seguirán pecando hasta que la naturaleza carnal sea removida a la segunda venida de Cristo.

¿Pero qué comprende la naturaleza carnal? ¿No es la colección de pensamientos, sentimientos y conductas pecaminosas lo que se ha almacenado en nuestros cerebros toda nuestra vida al igual que aquellos heredados de las generaciones que pasaron antes que nosotros? Estos recuerdos almacenados son la fuente de nuestros actuales pensamientos, sentimientos y reacciones. La palabra “carnal” simplemente significa aquellas cosas que provienen de nuestros corazones naturales sin regenerarse. Hasta que renazcamos del Espíritu, nuestros pensamientos y sentimientos provienen de la naturaleza caída del hombre. Cuando nacemos de nuevo, Dios nos da una nueva naturaleza. Pero esto no borra los recuerdos de lo que experimentamos antes de convertirnos. Estos recuerdos siguen influenciándonos y son la fuente de la guerra que se libra entre el bien y el mal en nuestras vidas cotidianas y le da a Satanás el acceso a tentarnos y responderle desde los hábitos, patrones e impulsos del pasado. La ciencia nos dice que aunque podamos aprender a lidiar exitosamente con la influencia de estos recuerdos pasados, nunca pueden borrarse de nuestras mentes y continuarán teniendo cierto grado de influencia sobre nosotros.

Ciertamente es verdad que sin un milagro de Dios, el daño que se nos ha hecho a través de la herencia y el cultivo continuará dando sus frutos en nuestros pensamientos, sentimientos y conductas. Pero hay esperanza para nosotros en la obra que Cristo está llevando a cabo actualmente en el Lugar Santísimo, pues se ha abocado a restaurar a la generación final por completo hasta un nivel de perfección desconocido en el pasado. Para entender la purificación de la mente que es posible a través de Cristo, resaltaré brevemente los procesos mentales del cerebro que diariamente influyen nuestros pensamientos, sentimientos y conductas.

El lóbulo frontal, que está justo detrás de nuestra frente, es la región de nuestro cerebro que es responsable de algunas cosas muy importantes como el razonamiento moral, el pensamiento crítico y creativo, la planificación para el futuro, la toma de decisiones, el control de los impulsos y la voluntad. Esencialmente, el lóbulo frontal alberga nuestro propio carácter. Un lóbulo frontal saludable es esencial para responder apropiadamente a las experiencias que tenemos en la vida cotidiana. Mientras más emocionalmente saludables estemos, mejor podemos procesar cada experiencia de vida a través del lóbulo frontal y el pensamiento racional.

Pero el cerebro también tiene una pista rápida que sirve de atajo ante el lóbulo frontal y va directo a otras partes del cerebro que hacen que reaccionemos desde patrones habituales que se han formado por las experiencias de nuestro pasado. Una de esas áreas es la amígdala, que es el centro emocional de nuestro cerebro. Ella puede secuestrar a nuestro lóbulo frontal o parte racional de nuestro cerebro, porque está intentando ayudarnos a “pelear, huir o congelarnos”. Un estímulo en nuestro ambiente, sea una persona, situación o evento, puede movernos y muy rápido nos hallamos en ese atajo. Si practicamos permanecer en ese atajo, puede que estemos reforzando profundos caminos neurales de caos emocional y molestas respuestas conductuales.

Cuando Dios creó a la humanidad, nos dio este maravilloso cerebro que estaba unido al Suyo, con habilidad ilimitada de pensar, hacer y explorar la creación de Dios y Su Universo y para crecer para siempre en conocimiento y sabiduría mediante la comunión con Él. Pero también nos dio libre albedrío y el poder de elegir. Gracias a que el mayor ángel del cielo y un tercio de los ángeles habían desertado de la presencia de Dios, el libre albedrío demandaba que se brindara un camino por el cual los reclamos del enemigo en contra del gobierno de Dios pudiesen aceptarse o rechazarse. Así, el árbol del conocimiento del bien y el mal se colocó en cada jardín hogar de los seres creados por todo el Universo.

Cuando Adán y Eva pecaron y escogieron escuchar las mentiras del maligno, le abrieron la puerta a Satanás para que tuviera acceso a ellos y su posteridad hasta que el conflicto entre el bien y el mal se extinguiera en la generación final y ahí es donde estamos ahora. Debemos tomar la decisión final por el bien o por el mal, pues los resultados completos de elegir al mal se han expuesto ante el Universo atento y Dios le mostrará a esta generación final que con el mismo poder creativo con el que hizo el Universo, podrá ahora restaurar la mente del hombre de vuelta a su santidad original y la perfección de carácter. Pero esta santidad de mente y carácter no se producirá por milagro de Dios sin nuestra cooperación consciente, como muchos creen. Vendrá como resultado de una elección y decisión inteligente en cada aspecto de nuestras vidas donde actualmente estemos desfasados con Dios. Este proceso sucede cuando el juicio de los muertos se haya completado y el de los vivos comience. Elena White describe la experiencia de estar vivo mientras esta transición ocurre:

“Aquellos que compartirían los beneficios de la meditación del Salvador no deberían dejar que nada interfiera con su deber de perfeccionar su santidad con el temor de Dios… El tema del Santuario y el juicio investigativo debe entenderse por completo por el pueblo de Dios. Todos necesitan un conocimiento propio de la posición y la obra de su gran Sumo Sacerdote, de otro modo les será imposible ejercer la fe que es esencial en este momento u tomar la posición que Dios les manda a ocupar…”

“Ahora estamos viviendo el gran día de la expiación. En el servicio típico, mientras el sumo sacerdote hacía la expiación por Israel, se les requería a todos que afligieran sus almas en arrepentimiento al pecado y que se humillaran ante el Señor, para que no fuesen cortados de entre el pueblo. En cierto modo, todo el que quisiera que su nombre esté en el libro de la vida debería ahora en los pocos días que le quedan antes del cierre de gracia, afligir su alma ante Dios por lamento y pecado y con verdadero arrepentimiento. Debe haber un profundo y fervoroso escudriñar del corazón… Aunque todas las naciones deben comparecer en juicio ante Dios, Él examinará el caso de cada individuo con un escrutinio minucioso y exhaustivo como si no existiera otro ser sobre la faz de la Tierra. Todos deben ser probados y hallados sin manchas, arrugas ni cualquier defecto…”

“El juicio está ocurriendo ahora en el Santuario celestial. Durante muchos años esta obra ha estado en marcha. Pronto – nadie sabe cuán pronto --- pasará a los casos de los vivos. En la tremenda presencia de Dios, nuestras vidas serán revisadas. En este punto más que nunca le incumbe a cada alma a escuchar la admonición del Salvador: ‘Velen y oren, porque no saben la hora. Si no están atentos, vendré como ladrón en la noche y no sabrán la hora en que lo haga’…”

“’Por tanto vigilen… para que no los halle durmiendo.’ Peligrosa es la condición de aquellos que cansados de vigilar, se desvían a las atracciones del mundo. Mientras el hombre de negocios esté absorbido en la búsqueda de ganancias, mientras el amante de los placeres esté buscando indulgencia, mientras la hija de la moda esté acomodando sus adornos, -- puede ser que en esa hora el Juez de toda la Tierra dicte la sentencia: ‘Fuiste pesado en las balanzas y se te halló deficiente.’” GC 488-91.

Muchos han leído estos pasajes y llegaron a la conclusión que nunca sabremos cuándo Cristo pasará a juicio nuestros nombres. Pero observen cuidadosamente el contexto en el cual nuestro nombre podría aparecer sin que lo sepamos. Son aquellos que no están vigilando y quienes están absorbidos por las cosas de este mundo los que no sabrán cuando sus nombres pasarán a juicio. Pero los que están atentos y siguen a Cristo en Su obra en el Santuario celestial estarán entre las vírgenes prudentes que encienden sus lámparas y tienen el aceite que es necesario para ir a la boda.

¿Cuál es la diferencia de la experiencia de aquellos que vinieron antes que nosotros y que vivieron durante el tiempo cuando Cristo estaba ministrando en el Lugar Santo del Santuario? Pablo habla de esto en 1ra. Corintios 4:1-5: “Entonces, los hombres deben considerarnos como siervos de Cristo y a los que se le confiaron los secretos de Dios. Ahora se requiere que a los que se le otorgó confianza prueben que son fieles. Me importa poco si me juzgan ustedes o cualquier corte humana, de hecho, ni siquiera yo me juzgo a mí mismo. Mi consciencia está tranquila, pero eso no me hace inocente. Es el Señor el que me juzga. Por tanto no juzguen nada antes del momento indicado; esperen a que el Señor venga, Él traerá a la luz lo que está oculto en la oscuridad y expondrá los motivos de los corazones de los hombres. En ese momento cada uno recibirá su recompensa de Dios.”

 

En este pasaje, “Pablo se refiere al momento indicado por Dios para el juicio.” 6BC 682 (no EGW). A través del entendimiento provisto por el Espíritu Santo, Pablo se refiere al fin de la profecía de los 2300 días de Daniel, cuando Cristo pasó del Lugar Santo al Santísimo en 1844 – el “momento indicado” cuando comenzaría el juicio final de Su pueblo.

“Entonces oí a un santo hablando y otro santo le preguntó al primero que habló: ¿Hasta cuándo durará la visión del sacrificio diario y la transgresión de la desolación entregando al Santuario y el ejército para ser pisoteados? Y me dijo: Hasta dos mil trescientos días, entonces el Santuario será purificado… Y él dijo: Yo te enseñaré lo que habrá de venir en el último día de la indignación, pues en el momento indicado llegará el fin.” Daniel 8:13, 14, 19. VRS.

Observen que Pablo dice que aunque él mismo no era consciente de nada en su vida que estuviese en contra de su consciencia, con precisión predijo que en el momento del juicio de pre-advenimiento, Dios traería a la luz lo que estaba oculto en la oscuridad y expondría los más profundos niveles y motivos de los corazones de los hombres. Elena White también corrobora esta interpretación de la predicción de Pablo del juicio venidero:

“’Un libro de remembranza’ está escrito ante Dios en el cual están anotadas las buenas acciones de los que le temen al Señor y los que piensan en Su nombre. (Malaquías 3:16). Sus palabras de fe y sus actos de amor están registrados en el cielo…”

“También hay un registro de los pecados de los hombres. ‘Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.’ (Eclesiastés 12:14)… Los propósitos y motivos secretos están en el registro infalible, pues Dios ‘aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones…” (1ra. Corintios 4:5) GC 481.

Los propósitos y motivos secretos lo son incluso para nosotros mismos, pues residen en los niveles más profundos de la mente y salvo que Dios nos los revele, continuaremos actuando así mientras vivamos. Puede que creamos que entendemos por qué pensamos y actuamos como lo hacemos, pero hay niveles más profundos que provienen de nuestra herencia y experiencias de la niñez que están grabados en nuestra mente inconsciente y no pueden recuperarse a menos que Dios nos los revele milagrosamente. Pero debemos estar espiritualmente despiertos y cooperar con Él para que esto ocurra, pues “el Señor no hace nada sin nuestra cooperación.” 2SM 236.

“Cristo dice del vencedor: ‘No eliminaré su nombre del libro de la vida.’ Los nombres de todos aquellos que se entregaron a Dios están allí escritos y Él está ahora revisando sus caracteres. Ángeles de Dios están midiendo el valor moral. Están viendo el desarrollo del carácter en aquellos que viven, para ver si sus nombres pueden permanecer en el libro de la vida. Una gracia se nos concede para lavar nuestras túnicas y blanquearlas con la sangre del Cordero. ¿Quién está haciendo esta labor? ¿Quién se está apartando del pecado y el egoísmo? 7BC 960.

¿Cómo podemos cooperar con esta obra que Cristo está haciendo ahora para preparar a Su pueblo para el cierre de gracia y el tiempo de tribulación? Para entender esto por completo, debemos volver a los servicios del Santuario del Antiguo Testamento los cuales eran un requisito para el Día de la Expiación:

“Y debe haber un estatuto para ustedes por siempre: En el séptimo mes, en el décimo día del mes, deberán afligir sus almas y no hacer ningún trabajo, sean ustedes mismos o un extranjero en su tierra, pues en ese día el sacerdote hará una expiación por ustedes, para limpiarlos, para que estén limpios de sus pecados ante el Señor. Debe ser un Sábado de descanso para ustedes y afligirán sus almas, es un estatuto para siempre.” Levítico 16:29-31. VRS.

“También en el décimo día de este séptimo mes debe haber un día de expiación y debe ser una convocatoria sagrada para ustedes y deberán afligir sus almas y hacerle una ofrenda ardiente al Señor… Cualquier alma que no se aflija ese mismo día, debe ser cortado de entre el pueblo… Debe ser un Sábado de descanso para ustedes, deben afligir sus almas, en el noveno día del mes al ocaso, de ocaso a ocaso deberán celebrar su Sábado.” Levítico 23:27, 29, 32. VRS.

Observen que afligir el alma durante el Día de la Expiación es absolutamente necesario si alguien quiere formar parte del pueblo remanente de Dios que desea ser victorioso durante el momento del juicio a los vivos. La palabra “afligir” en Hebreo significa: humillarse, purificarse, no tomarlo a la ligera, ser humilde, hacerse sumiso. Conc. De Strong.

“Mientras Cristo esté purificando el Santuario, los creyentes en la Tierra deberían escudriñar minuciosamente su vida y comparar sus caracteres con el estándar de rectitud.” Ev 224.

 

“Sin el proceso de transformación que viene a través del poder divino, la propensión original al pecado permanece en el corazón con toda su fuerza, para forjar nuevas cadenas, para imponer una esclavitud que nunca puede ser rota por el poder humano.” Ev 192.

¿Por qué Elena White usa la palabra “corazón” cuando se refiere a nuestra propensión original a pecar? Algunos de los significados de la palabra “corazón” en Hebreo son: El ser interno, el asiento del pensamiento, la emoción, consciencia y entendimiento; el ser interno. Conc. NVI.

¿De dónde vienen estos sentimientos y motivos internos y por qué son tan difíciles de controlar por la razón? Para entender esto, debemos echarle un vistazo más cercano a la amígdala y su funcionamiento.

“La amígdala actúa como nuestro ‘disco duro emocional’. Almacena todas las emociones que alguna vez hayamos experimentado y la intensidad de las mismas, pero no incluye una información específica de los eventos que causaron cada emoción… La amígdala no descifra el miedo, la ira o la dicha… Para la amígdala, el miedo es el mido, la ira es la ira, la dicha es la dicha y estas experiencias emocionales son medidas de la misma manera. No hay crónica de las emociones en la amígdala.”

“La amígdala nos brinda nuestra nuestro primer envión de emociones. Esta respuesta emocional sin filtros se basa en el banco de datos de experiencias emocionales pasadas de la amígdala. Las investigaciones demuestran que es la amígdala la que produce la respuesta de ‘luchar o huir’ que compartimos cuando enfrentamos una situación peligrosa o amenazante. Nuestra amígdala alberga todas las emociones que alguna vez experimentamos y puede sacarlas en cualquier momento.” Healy, Eileen D., EQ y Su Hijo. San Carlos, CA: Publicaciones Familypedia, 2005.

Con estas pocas palabras, echamos bases para el resto de nuestro estudio sobre la purificación de la mente subconsciente e inconsciente. Si recuerdan, con anterioridad afirmé en este artículo que la amígdala es el “atajo” de nuestro cerebro. En otras palabras, un estímulo puede hacer que el cerebro salte el lóbulo frontal que controla nuestro razonamiento y el pensamiento crítico y produce una reacción de “luchar o huir” sin consultar a nuestro mejor juicio. ¿Alguna vez se preguntaron por qué reaccionaron de tal manera ante una situación difícil y solo tiempo después es que pudieron ponderar con calma lo que debieron haber hecho o dicho? Esto es porque los recuerdos que se almacenan en la amígdala se alertaron de inmediato y le mandaron un mensaje al cerebro para prepararlos para protegerse de cualquier forma que estén acostumbrados a hacerlo.

¿Entonces no tenemos esperanza de ser librados de esta condición hasta que Cristo vuelva y cambie nuestra naturaleza? ¡Dios no quiera! El plan de salvación incluye la purificación y eliminación de estos recuerdos y caminos pecaminosos para implantarnos la misma naturaleza y perfección del carácter de Cristo. Es en este punto que muchos Cristianos cesan su crecimiento espiritual, porque no se dan cuenta que hay un paso final en el plan de salvación que debe cumplirse antes de Su venida.

Para que nos beneficiemos de lo que Cristo está haciendo en Su obra final de eliminar el pecado, debemos estar en cercana comunión con Él en todo momento, escuchar Su voz y obedecer voluntaria y alegremente lo que nos diga hacer. Sin esta relación íntima y constante con Cristo, nos será imposible romper los patrones habituales de toda una vida de pensamiento, sentimiento y comportamiento incorrecto.

Para entender mejor los requisitos progresivos de Dios para los tres niveles del Santuario, los repasaré brevemente en orden:

En la época del plan de salvación del Patio, la base era la obediencia conductual. La rectitud consistía en la obediencia a Su ley eterna y cumplir las reglas y regulaciones que Él había revelado, lo cual era necesario para tener una relación con Él.

Cuando Cristo ascendió al cielo y comenzó Su ministerio en el Lugar Santo del Santuario celestial, los requisitos para la santidad ahora incluían que la ley se aplicara a la vida interna de los pensamientos y sentimientos conscientes.

Sin embargo, cuando entró al Lugar Santísimo en 1844, comenzó una obra de juicio la cual también incluye las fuentes ocultas de las emociones de las cuales todos nuestros pensamientos, sentimientos y conductas manan.

Es comprensible entonces que la mayoría de la gente crea que el juicio a los vivos es un proceso secreto, pues Él juzga los secretos de los corazones de los hombres. ¡Pero tengo buenas noticias para ustedes!  Cristo revela los secretos y puede revelarle a cada uno de nosotros todo lo que ve en los libros celestiales que permanecen abiertos delante de Él.

¿Les gustaría saber cómo cooperar con Cristo en este proceso de limpiar su vida interna? Muchos en el pueblo de Dios están avanzando ahora a esta experiencia con Cristo y están caminando con Él a medida que les revela los aspectos de sus vidas que no reflejan los principios de rectitud que Él requiere para tener un lugar en Su reino celestial.

El objetivo del carácter Cristiano es la santidad. La palabra “santidad” significa “estar de acuerdo con Dios” 5T 743 y “sin santidad nadie verá al Señor.” Hebreos 12:14. ¿Saben que la venida de Cristo se ha retrasado porque el pueblo de Dios no ha cooperado con Él en este proceso? Dios ha esperado durante mucho tiempo un pueblo que se aparte de las cosas mundanas y se enfoque en Cristo a medida que nos acompaña en este proceso de purificación.

“Las botellas de la ira de Dios no pueden verterse para destruir al inicuo y sus obras hasta que todo el pueblo de Dios haya sido juzgado y los casos de los vivos y muertos por igual se hayan decidido.” TM 446.

“Vi que los cuatro ángeles iban a retener los vientos mientras no estuviese hecha la obra de Jesús en el santuario, y que entonces caerían las siete postreras plagas..” EW 36.

¿Quieren estar entre aquellos que ayuden a apresurar la venida de Cristo? Hace muchos años, Elena White tuvo un sueño que ilustra el proceso que se necesita para tener acceso al templo celestial.

“Soñé que veía un templo, al cual muchas personas acudían. Solo los que se refugiaban en ese templo estarían a salvo al final de los tiempos. Todos los que se quedaron por fuera se perderían para siempre. Las muchedumbres de afuera que estaban pendientes de otras cosas, se burlaban y ridiculizaban a los que pasaban al templo y les decían que este plan de seguridad era un astuto engaño y que de hecho no había ningún peligro que evitar…”

“Temiendo ser ridiculizada, creí que era mejor esperar a que la multitud se dispersara o pasar por desapercibido al entrar. Pero los números aumentaron en lugar de disminuir y temiendo que se me hiciera muy tarde, con prisa salí de mi hogar y me abrí camino entre la multitud… Al entrar al edificio, vi que el vasto templo se sostenía por un inmenso pilar y a este estaba atado un cordero golpeado y sangrando. Los que estábamos allí presente parecíamos saber que a este cordero le habían hecho eso por nuestra culpa. Todos los que entraban al templo debían pasar ante él y confesar sus pecados…”

“Algo me hacía avanzar y lentamente estaba en camino al pilar para comparecer ante el cordero cuando una trompeta sonó, el templo se estremeció, gritos de triunfo se elevaron de entre los santos reunidos y un tremendo brillo iluminó el edificio, entonces hubo una intensa oscuridad.” 1T 27, 28.

Este impresionante sueño ilustra la experiencia de aquellos que estén vivos cuando Cristo vuelva. Aquellos que entienden la importancia del mensaje del Santuario vendrán ante Cristo y confesarán todos sus pecados en la experiencia del Lugar Santísimo de purificación y eliminación de todos los pecados del pueblo de Dios. ¿Pero cómo podemos saber las raíces del pecado que yacen en lo profundo de la mente inconsciente? La respuesta se halla en el consejo de Cristo, el testigo fiel de los Laodiceanos:

“Yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que vea.” Apocalipsis 3:18.

Laodicea es la iglesia en juicio o en la hora del juicio de la historia terrestre. Hay tres puntos importantes que considerar en el consejo que Cristo le da a los Laodiceanos. Número uno es el oro refinado en fuego. Cuando todo va bien en nuestras vidas, puede que ignoremos que profundo en nuestro interior hay defectos del carácter que no son como el carácter de Cristo. Entonces Dios nos permite pasar por pruebas que revelen la escoria oculta que está en lo profundo en los recesos de nuestros recuerdos y experiencias pasados. Por ejemplo, si hubo alguna clase de abuso, nuestros pensamientos, sentimientos y reacciones a ese abuso están registrados en el banco de datos de nuestras mentes y continuarán afectándonos por el resto de nuestras vidas si no se purifican y curan. Por tanto, Cristo nos aconseja a comprarle oro refinado en fuego. Cristo tiene el carácter perfecto que necesitamos y quiere dárnoslo, pero no lo hará si no cooperamos con Él en todo momento.

“¿Qué es ser un Cristiano? Es ser como Cristo, es hacer las obras de Cristo. Algunos fallan en un punto, otros en otro. Algunos son naturalmente impacientes. Satanás entiende sus debilidades y se las arregla para vencerlos una y otra vez. Pero que ninguno se desanime por esto. Cuando lleguen las pequeñas molestias y las pruebas, pídanle a Dios en silenciosa oración que les dé fuerza y gracia para soportarlas pacientemente. Hay poder en el silencio, no pronuncien palabra hasta que le hayan enviado su petición a Dios en el cielo. Si siempre hacen esto, pronto vencerán su precipitado temperamento y tendrán un poco del cielo aquí para poder ir al cielo.” HP 30.

“Cada carácter será pesado en las balanzas del Santuario, si el avance del carácter moral y espiritual no corresponde con las oportunidades y bendiciones, se escribirá “deficiente” a un lado del nombre. La Luz del mundo es nuestro líder y el camino se hará más brillante a medida que avancemos con Cristo. ¡Ojalá permanezcamos cerca de nuestro Líder!... Aquellos que humildemente estudian el carácter de Cristo reflejarán Su imagen cada vez más.” HP 130.

Pero incluso con la refinación que experimentamos con las pruebas y tentaciones, puede que todavía haya veces en las que quedemos cortos de la meta de la perfección del carácter a la que Cristo se refiere en Su consejo a los Laodiceanos. Así pues, Cristo nos recomienda comprar “vestimentas blancas” de Él. Esto también se menciona en Apocalipsis 19:7, 8, como el carácter perfecto de la novia de Cristo al final de los tiempos.

“¡Regocijémonos, alegrémonos y glorifiquémoslo!  Pues la boda del Cordero ha llegado y su novia está lista. Se le dio lino fino, limpio y brillante para que vistiera. El lino fino representa la rectitud (VRS) de los santos.”

Para entender completamente el nivel de rectitud y santidad que Cristo nos ofrece el cual está representado en este texto como las hermosas vestimentas de una novia, debemos entender lo que la palabra “carácter” significa y el significado de esto en la purificación y perfeccionamiento de nuestras vidas y en la eliminación de nuestros pecados en los registros celestiales.

“Los pensamientos y sentimientos combinados constituyen el carácter moral.” 5T 310.

“Los ángeles de Dios rubrican a diario en los libros celestiales una exacta representación del carácter de cada ser humano.” 7BC 987.

Observen cuidadosamente que no son solo nuestros actos externos los que se escriben en los libros celestiales, sino también todos nuestros pensamientos y sentimientos y en el Día del Juicio se expondrán para absolvernos o condenarnos. Cristo dijo:

“De la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”. Mateo 12:34-37

En otras palabras, el juicio que Dios nos hará será en base a los motivos más allá de nuestros sentimientos, pensamientos, palabras y acciones.

“Cada acto se juzga por los motivos que lo propiciaron.” COL 316.

“porque Jehová escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos.” 1ra. Crónicas 28:9.

“Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; pero Jehová pesa los espíritus.” Proverbios 16:2.

“El que escudriña los corazones juzga cada acto de nuestras vidas, ya sea digno de encomio o de censura, de acuerdo con los motivos que lo impulsaron.” GW 275.

¿Ven en el dilema que ataca a los verdaderos Cristianos que quieren salvarse, complacer al Señor y con todo y eso a veces ceden ante las tentaciones del maligno? Con Pablo podemos decir: “¡Qué hombre tan despreciable soy! ¿Quién me rescatará de este cuerpo mortal?” Romanos 7:23, 24. Las buenas nuevas son que Cristo está dispuesto a hacer esto por nosotros y puede hacerlo. Pero no es como algunos piensan, simplemente cubriendo nuestro registro de pecado con Su rectitud y dejándonos en la misma condición. Su plan de salvación incluye arrancar por completo hasta las semillas del pecado en nuestros corazones.

“Y llamando a sí a la multitud, les dijo: ‘Oíd, y entended: No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre. Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada. Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre’”. Mateo 15:10-20.

La gente que escuchó a Cristo ese día no entendía la profundidad de lo que decía, pero los que vivimos en esta época del juicio final que Cristo está llevando a cabo en el cielo debemos entender y cooperar con Él en la obra que está realizando en el Lugar Santísimo para preparar a un pueblo para atravesar el tiempo de tribulación.

“Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán”. Daniel 12:9, 10.

Observen que el ángel que le habló a Daniel usó la palabra “Purificados”, que es el mismo concepto que Cristo usa en Su consejo a los Laodiceanos. Aunque ninguno de nosotros disfrute pasar por las ardientes pruebas que se necesitan para purificarnos como oro, son el medio con el cual Cristo revela las cosas ocultas en nuestros corazones para que podamos ver nuestros defectos de carácter, arrepentirnos y ser purificados.

 

“Al igual que el fuego purifica el oro, Cristo purifica a Su pueblo con tentaciones y pruebas.” Ms 115, 1902.

“La obra de restauración nunca estará completa a menos que las raíces del pecado se alcancen. Una y otra vez se podan los retoños, mientras la raíz de la amargura se deja florecer para manchar a muchos, pero la misma profundidad del mal oculto debe alcanzarse, los sentidos morales deben juzgarse una y otra vez a la luz de la presencia divina. La vida cotidiana dará testimonio acerca de la efectividad de la obra.” 5 BC 1152.

“Los topes se podaron, pero las raíces nunca se erradicaron y aún dan su fruto impío que envenena el juicio, pervierte las percepciones y nublan el entendimiento… Cuando se destruye la raíz de la amargura con una completa confesión, se verá la luz de Dios. Sin esta obra completa, nunca se limpiará el alma.” LS 326.

Mi viaje en esta purificación especial – que supe que era el juicio a los vivos – comenzó en 1974. Ante una serie de severas pruebas, descubrí que tenía un pozo de ira en mi interior del que nunca antes me había dado cuenta. Después de mucha oración, el Señor me reveló que esta ira provenía de las experiencias con mi padre durante mi niñez y el resentimiento que había albergado como consecuencia de aquello. Después de un profundo arrepentimiento y confesión de mis pecados, tanto ante Dios como ante mi padre, el Señor removió esos recuerdos de mi mente y ya no los puedo recordar.

Dios me dirigió a un mejor entendimiento del Santuario como una experiencia. Durante diez años estudié estos conceptos del Santuario y en 1984 el Señor me llamó a hacer ministerio público alrededor de todo el mundo, enseñando las cosas que había aprendido. Desde ese momento, muchos otros se han dado cuenta que Dios los está llamando a un nivel más profundo de arrepentimiento, que le permite a Dios revelarle los secretos de sus corazones, dándole así a Cristo el derecho de borrar sus pecados tanto de sus mentes como de los libros celestiales. Entonces reproduce Su propio carácter santo y recto en los corazones y mentes de los que están dispuestos a tener esta experiencia. Cuando este proceso de purificación se haya completado en el pueblo de Dios, colocará entonces Su sello de aprobación en los lóbulos frontales de la mente, lo que representa el hecho que alcanzamos un acuerdo total con Dios en todo aspecto de nuestras vidas.

“La ciencia de la santidad… no reconoce otro estándar distinto a la perfección de la mente de Dios, Su voluntad.” OHC 108.

“Aquellos que se aferren a su fe hasta el final saldrán del horno de las pruebas purificados siete veces… Recuerden que hay Uno observando cada movimiento para ver cuándo la última partícula de escoria se elimine de sus caracteres.” UL 292.

“Si los ojos están fijos sobre Cristo, el trabajo del Espíritu no cesará hasta que el alma sea conforme a Su imagen.” DA 302.

“Puede llevar tiempo alcanzar la sumisión perfecta a la voluntad de Dios, pero no podemos desmayar en su pos para llegar a ser aptos para el cielo.” 3T 538.

El último punto que quería resaltar en este artículo es la tercera parte del consejo de Cristo a los Laodiceanos. Les dijo que necesitaban salvia para los ojos para que pudiesen ver. Debido a la ceguera para con nuestros pecados, debemos buscar al Señor para que nos dé el don del Espíritu Santo y así ver nuestra verdadera condición, de otro modo nos quedaremos en nuestro estado actual hasta que sea demasiado tarde para recibir el precioso aceite que se verterá durante la lluvia tardía. Recuerden el caso de las vírgenes sabias y las imprudentes; esperaron demasiado para despertar y alistarse para la venida del novio. Sin el aceite del Espíritu Santo nos es imposible ver los cambios que debemos hacer en nuestros caracteres.

“No podemos alcanzar la perfección del carácter si no escuchamos la voz de Dios y obedecemos Su consejo.” SD 90.

“La clase representada por las vírgenes imprudentes… no ha… permitido que su antigua naturaleza se rompa… Están satisfechos con un trabajo superficial. No conocen a Dios. No han estudiado Su carácter, no mantienen una comunión con Él, por tanto no saben cómo confiar, cómo lucir y vivir. Su servicio a Dios se degenera en forma.” COL 411.

“Si atesoran los rasgos del carácter, tanto heredados como cultivados, mientras profesan ser Sus discípulos, representan a las vírgenes imprudentes.” 4BC 1179.

 

En mi experiencia en el proceso de purificación, encontré, para dicha mía, que cuando las raíces del pecado se confiesan, abandonan y eliminan tanto de mi mente como de los libros celestiales, puedo entonces escuchar la firme vocecita de Dios hablándome antes que diga o haga algo no cónsono con el carácter o la voluntad de Cristo. Entonces puedo escoger someterme a Su voz y seguir Su dirección en lugar de escuchar las tentaciones del maligno y la voz del impulso que viene de mi amígdala no purificada. Cuando las raíces del mal se van, la abrumadora tentación a pecar es entonces reemplazada por la dulce voz de Cristo hablándole a través de Su Santo Espíritu directamente a nuestros corazones. Entonces podemos decir con Isaías:

Jehová, tú nos darás paz, porque también hiciste en nosotros todas nuestras obras. Jehová Dios nuestro, otros señores fuera de ti se han enseñoreado de nosotros; pero en ti solamente nos acordaremos de tu nombre. Muertos son, no vivirán; han fallecido, no resucitarán; porque los castigaste, y destruiste y deshiciste todo su recuerdo”. Isaías 26:12-14

¿No es el momento de buscar al Señor hasta que lo encontremos? Si pudiésemos apreciar lo poco de tiempo que nos queda, nos apresuraríamos a entrar al templo y confesar nuestros pecados ante el cordero sacrificado. No estén entre los siervos perezosos o los burlistas que ridiculizan a los que creen en la inminente venida de Cristo. En esa condición mental no escucharán la firme vocecita invitándolos a arrepentirse y purificarse antes que sea demasiado tarde. Estén dispuestos a hacer lo que sea para prepararse para el reino de Dios y recibir la corona de la vida que se otorgará a los vencedores. Cristo pronto culminará su obra en el Lugar Santísimo, entonces soltará el censor y las últimas siete plagas comenzarán. ¿De qué lado estarán cuando Cristo pronuncie el veredicto final de Su ministerio?

“El que es injusto, que lo siga siendo, el que es inmundo, que lo siga siendo, el que es recto que lo siga siendo, el que es santo, que lo siga siendo. Y he aquí vengo pronto y Mi recompensa Me acompaña, para premiar a cada hombre de acuerdo a su proceder.” Apocalipsis 22:11, 12. VRS.