15.) Los 144.000: El producto final del Plan de Salvación

Cuando Dios creó a nuestros primeros padres, Adán y Eva, les dio todas las características necesarias para comprender la raza humana. Adán le puso a su nueva novia “Eva”, que significa “dadora de vida”, porque ella sería la madre de todos los seres vivos. Génesis 3:20. Esto significa que las características hereditarias de Adán y Eva se transmitirían a toda su descendencia. De haber permanecido fieles a Dios, toda la raza humana habría heredado el pensamiento recto y el carácter santo.

Cuando Dios creó este mundo, tenía un propósito específico en mente. Aunque no sepamos en qué difieren los habitantes de los demás mundos con respecto a nosotros, Elena White nos dice que los seres humanos son de un orden nuevo y distinto, con un propósito alto y santo.

“Todo el cielo tomó un profundo y alegre interés en la creación del mundo y el hombre. Los seres humanos eran una orden nueva y diferente. Estaban hechos a la imagen de Dios y era el propósito del Creador que poblasen la Tierra. Debían vivir en íntima comunión con el cielo, recibiendo poder de la Fuente de todo poder. Sostenidos por Dios, debían vivir vidas inmaculadas…”

“Dios creó al hombre como un ser superior, formado a la imagen de Dios y capaz de compartir la naturaleza divina, de cooperar con su Creador y llevar a cabo Sus planes.” SD 7.

El hecho que el mundo fuese creado después de la caída de Lucifer y la deserción de los ángeles que con él cayeron, indica que había un propósito especial e importante para esta Tierra y sus habitantes en el gran plan de salvación. Elena White levanta el telón y nos da estas sorprendentes revelaciones:

“Dios tenía conocimiento de los eventos futuros, incluso antes de la creación del mundo. No hizo que Sus propósitos se adaptaran a las circunstancias, sino que permitió que las cosas se desarrollaran y resultaran. No trabajó para acaecer cierta condición de las cosas, sino que sabía que tal condición existiría. El plan debería llevarse a cabo al desertar cualquier alto intelecto del cielo – este es el secreto, el misterio que ha estado oculto desde hace tiempo.” 6BC 1082.

“Dios creó al hombre por Su gloria. Era Su propósito repoblar el cielo con la raza humana, cuando luego de un período de pruebas, tenían que demostrarle su lealtad ante Él. Adán sería probado para ver si sería obediente. De haber superado la prueba, sus pensamientos hubiesen sido como los mismos de Dios, su carácter habría sido moldeado como el carácter divino.” ST 29/5/1901.

“Cristo vino a nuestro mundo a disputar la autoridad de Satanás. Vino a restaurar en el hombre la imagen desfigurada de Dios, para alzarlo, para elevarlo, para hacerlo apto para la compañía de los ángeles del cielo, para tomar su lugar en las cortes de Dios las cuales Satanás abandonó al rebelarse.” RH 08/05/1894.

“El cielo triunfará, pues las vacantes que quedaron en el cielo gracias a la caída de Satanás y sus ángeles serán ocupadas por los redimidos del Señor.” 7BC 949.

Hay muchas cosas de este maravilloso milagro que no podemos entender estando de este lado del cielo, pero podemos buscar entender todo el conocimiento que Dios nos ha revelado para estar mejor preparados a responder el llamado que Dios nos hace para estar entre los 144.000 que serán la generación final del pueblo de Dios en la Tierra, el producto final del plan de salvación.

“Debemos buscar al hombre Cristo Jesús, quien es completo en la perfección de rectitud y santidad… Es el patrón. Su experiencia es la medida de la experiencia que debemos ganar. Su carácter es nuestro modelo… Cuando Lo buscamos y pensamos en Él, se forma en nuestro interior, la esperanza de la gloria.

“Esforcémonos con todo el poder que Dios nos ha dado para estar entre los ciento cuarenta y cuatro mil.” 7BC 970.

El propósito del plan de salvación tiene muchas facetas. Primero, Dios debe mostrar que Su ley perfecta y sagrada y Su carácter pueden reproducirse en la humanidad. Cuando Satanás se reveló en el cielo, retó la necesidad de la ley de Dios y engañó a un tercio de los ángeles. En el jardín del Edén, se probó a Adán y Eva acerca de la obediencia al mandato de Dios, pero también sucumbieron ante las mentiras de Satanás. Entonces antes que el gran conflicto termine, Dios debe mostrarle al universo que tiene un pueblo que no solo está de acuerdo con Su ley intelectualmente, sino que también cooperan con su proceso de purificación en sus corazones para que todo vestigio de simpatía con Satanás sea removido.

 

Los escritores de la Biblia con frecuencia hablan de la depravación del corazón humano natural en contraste con los requerimientos del carácter santo de Dios y Su ley. David se lamentó luego de su pecado con Betsabé:

“He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente”. Salmos 51:5-12.

Pablo dijo: “Encuentro esta ley vigente: Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.” Romanos 7:22, 23.

Jeremías plasmó una precisa imagen de la imposibilidad de la naturaleza caída a producir rectitud: ¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?” Jeremías 13:23. “El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares.” Jeremías 17:1, 2.

Por favor observen que el pecado está grabado en las tablas del corazón. La correlación entre la ley de Dios escrita en losas de piedra y el pecado escrito en las tablas del corazón es inevitable y de vital importancia. Observen la similitud del fraseo en los siguientes versículos: “Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios.” Éxodo 31:18. “Seis días se trabajará, más el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá. Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo.” Éxodo 32:15, 16.

Cuando Dios creó a Adán y Eva, la ley de Dios estaba escrita en sus corazones, pero cuando escogieron pecar, decidieron para sí mismos y su descendencia un corazón dividido y una tendencia a pecar que le daría a Satanás acceso a continuar sus tentaciones y poder sobre ellos de una generación a la otra.

“Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien. Y no oyeron ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante.” Jeremías 7:23, 24.

“Y vino palabra de Jehová a Zacarías, diciendo: ‘Así habló Jehová de los ejércitos, diciendo: Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano. Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos. ‘Y aconteció que así como él clamó, y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no escuché’, dice Jehová de los ejércitos” Zacarías 7:8-13.

Es interesante observar que la ley de Dios fue escrita por el dedo de Dios. Esta misma frase la usa Cristo de nuevo en Lucas 11:17-20: “Cualquier reino dividido se arruinará y una casa dividida caerá. Si Satanás está dividido, ¿cómo puede prevalecer su reino?... Pero Yo expulso demonios con el dedo de Dios, entonces el reino de Dios les ha venido a ustedes.”

El mismo texto se usa en Mateo 12:28, pero en este pasaje, se registra que Cristo dijo: “Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios.”

 

Uniendo todos estos textos, queda claro que el dedo de Dios es el Espíritu Santo, el cual no solo escribió la ley de Dios en las tablas de piedra, sino que puede sacar espíritus malignos de nuestras vidas y escribir la ley de Dios en nuestros corazones si nos sometemos a Él. Pablo también habla de esta transformación en aquellos que se entregan al poder del Espíritu Santo: “siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.” 2da. Corintios 3:3.

“No hay nada que Cristo desee más que redimir a Sus hijos del dominio de Satanás, pero antes de ser liberados del poder externo de Satanás, debemos ser liberados de su poder interno.” COL 174, 5.

“Aferrándonos a Su lado y comulgando con Él, nos volvemos como Él. A través del poder transformador del Espíritu de Cristo, somos convertidos en corazón y vida. Sus palabras están grabadas en las tablas del alma y somos Sus testigos, representándolo en la vida cotidiana.” TD 96.

“Cuando buscamos de verdad hacer la voluntad de Dios, el Espíritu Santo toma los preceptos de Su palabra y los vuelve los principios de la vida, escribiéndolos en las tablas del alma y solo aquellos que estén siguiendo la luz ya dada pueden esperar recibir una mayor iluminación del Espíritu. Esto está claramente expresado en las palabras de Cristo: ‘Si un hombre hace Su voluntad, debe conocer la doctrina.” 5T 705.

“Todo el que viene a la Biblia con un espíritu educable y devoto, para estudiar sus declaraciones como la palabra de Dios, recibirán iluminación divina. Hay muchas cosas aparentemente difíciles u oscuras las cuales Dios le simplificará a aquellos que así busquen entenderlas… Pero nuestro éxito en esto no depende tanto de nuestra capacidad intelectual como de nuestra humildad de corazón y de una fe que se vale de la ayuda divina..” 5T 704.

Podemos ver así que el propósito del plan de salvación es llevar a la raza humana a su estado de creación original, en el cual la ley de Dios estaba entronizada en el templo de sus corazones. El santuario terrenal era un modelo visible del camino de vuelta a la condición del corazón humano antes del pecado. David dijo: “Tu camino, oh Dios, es el santuario.” Salmos 77:13 VRS. Para un estudio más profundo, revisemos Jeremías 17:1: “El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares.”

El Altar Bronceado en el patio exterior era la primera pieza visible de mobiliario en el Santuario. Sus pecados se confesaban y la sangre del animal sacrificado se colocaba sobre los cuatro cuernos del altar, entonces era llevada al Lugar Santo, donde la sangre se colocaba sobre los cuatro cuernos del Altar Dorado delante de la cortina interior y luego rociada sobre la Cortina, donde permanecería hasta el Día de la Expiación. Este ritual le otorgaba perdón al pecador arrepentido y expiación del registro de su pecado al final del año.

Pero estos rituales anuales solo brindaban la salvación de la gente hasta que Cristo viniera como el verdadero Cordero de Dios a derramar Su sangre por los pecados del mundo. Cuando ascendió de regreso al Cielo, entró al verdadero tabernáculo no hecho por el hombre donde la salvación eterna se otorgaría a todo el que entrase a ese Santuario por fe en Él y recibiera los beneficios de la promesa de la nueva alianza: “Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron… y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: ‘Este es el pacto que haré con ellos sespués de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré’. Luego añade: ‘Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones’”. Hebreos 10:8-17

 

Con estos textos, Dios nos dice que es Su propósito remover el pecado de nuestros corazones por completo y reescribir la ley en nuestras mentes, erradicando así completamente el pecado de aquellos que participen con Él de los servicios del Santuario celestial los cuales está por completar ahora. Pero observen con cuidado la orden divina que debemos participar para recibir los beneficios de la obra purificadora de Cristo en Santuario celestial.

El altar bronceado en la corte del Santuario terrenal tenía cuatro cuernos, uno en cada esquina del mismo. Estos cuernos no eran hechos por separado y luego añadidos al altar. Formaban parte del mismo cuerpo del altar. Los cuernos en la Biblia representan fuerza y estatus y el empuje del corazón para conquistar o vencer cualquier amenaza perceptible. En nuestra naturaleza caída, esta necesidad interna de conquistar o de protegernos a nosotros mismos le atribuye mucho a los pecados que cometemos.

El bronce del altar en el patio no era tan refinado como el oro del mobiliario de las dos habitaciones internas del Santuario. El cordero que se mantenía ardiente en todo momento en el altar bronceado del patio le aseguraba al pecador que sus pecados eran perdonados. Pero con las sangre de Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, todavía queda mucha limpieza por hacer en el Santuario celestial, lo cual producirá el oro del carácter que debemos tener para ser un producto final en el final de los tiempos. La meta del ministerio celestial de Cristo es producir un pueblo que no tenga escoria en sus caracteres – nada que los separe de una relación total y completa con Él, para que siempre puedan escuchar Su firme vocecita y responder en perfecta y amorosa obediencia.

“Puedes tener el amor de Dios ardiendo en el altar de tu corazón… Puedes comulgar con Dios.” 2T 296.

“No es la fe lo que reclama el favor del cielo sin cumplir con las condiciones con las cuales se da la misericordia, es presunción; pues la fe genuina tiene sus fundamentos en las promesas y provisiones de las escrituras. Que nadie se auto engañe con la creencia que pueden ser santos mientras aún violen alguno de los requerimientos de Dios. La comisión de un pecado conocido silencia la voz testigo del Espíritu Santo y separa al alma de Dios.” GC 472.

No podemos comulgar con Dios si nos oponemos a Su voluntad. No podemos comulgar con Dios y escuchar a Su Santo Espíritu hablándonos si apreciamos el pecado. No podemos comulgar con Dios si nos amamos más a nosotros mismos que a los demás. Un corazón purificado significa una relación perfecta y purificada entre nosotros y Cristo. Cuando esta es nuestra meta, Él nos pondrá a salvo al final de los tiempos.

Esto nos trae de vuelta al tema de los 144.000. La Biblia nos dice que este es el producto final – el remanente – de todo el pueblo de Dios que alguna vez vivió. Representan cada nación, raza, lengua y pueblo, pues están compuestos por aquellos victoriosos sobre los pecados acumulados de toda la raza humana desde el comienzo del tiempo.

En Apocalipsis 7:4, 5, los 144.000 se describen como formados por 12.000 de cada una de las doce tribus de Israel. Estos números son simbólicos de todos aquellos que sigan a Cristo a través de la batalla con Satanás y sus seguidores al final de los tiempos y permanezcan con Cristo durante todo el tiempo de tribulación.

“Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia. Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”. Apocalipsis 17:12-14.

 

Los 144.000 también se describen como estando con Cristo en el Monte Sión: “Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente… Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra. Estos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios”. Apocalipsis 14:1-5.

Algunos creen que los 144.000 comprenden los salvos de todos los tiempos, sin embargo, este texto específicamente los identifica como “primicias” para Dios y el Cordero. En los rituales del Antiguo Testamento, los primeros frutos (primicias) de la cosecha eran ofrecidos al Señor: “También la fiesta de la siega, los primeros frutos de tus labores, que hubieres sembrado en el campo… las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de Jehová tu Dios.” Éxodo 23:16, 19.

La nación de Israel era considerada por Dios como las primicias de todas las naciones de la Tierra: “Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada. Santo era Israel a Jehová, primicias de sus nuevos frutos.” Jeremías 2:2, 3

Pablo se consideraba a sí mismo y a su generación como las primicias de la Iglesia Cristiana, al recibir al Espíritu Santo en el Pentecostés: “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos”. Romanos 8:22-24.

Santiago consideraba como una clase de primicia de todos los seres vivos a los que creían en la verdad de Dios y Lo seguían: “El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.” Santiago 1:18.

Y primero y más resaltante, Cristo es la primicia de todos los que serán salvos: “Porque como en Adán todos mueren, en Cristo todos tendrán vida. Pero todos en su momento: Cristo, la primicia, luego, cuando venga, los que Le pertenecen. Entonces el fin vendrá, cuando le entregue el reino a Dios el Padre luego que haya destruido todo dominio, autoridad y poder, pues debe reinar hasta que haya puesto a sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo a destruir es la muerte. Porque ‘puso todo bajo sus pies’ (Salmos 8:6)” 1ra. Corintios 15:22-27.

Desde la capitulación de nuestros primeros padres ante los ardides del enemigo, toda la creación ha estado deseando sinceramente el fin del gran conflicto entre el bien y el mal. Pero esto no ocurrirá hasta que Cristo, la primicia, demuestre en las vidas de Sus seguidores que puede reproducir Su propia perfección de carácter en ellos.

“Cristo es llamado el segundo Adán. En pureza y santidad, conectado con Dios y amado por Él, comenzó donde el primer Adán comenzó. Diligentemente fue a la tierra donde Adán cayó y redimió la falla de este.” YI Junio 2, 1898.

“Cuando Cristo inclinó Su cabeza y murió, llevó consigo los pilares del reino de Satanás al suelo. Venció a Satanás en la misma naturaleza con la que Satanás obtuvo la victoria en el Edén. El enemigo fue derrotado por Cristo en Su forma humana. El poder de la Deidad del Salvador estaba oculto. Venció en forma humana, confiando en Dios por poder.” YI Abril 25, 1901.

 

Ahora que Cristo alcanzó la victoria en nuestra naturaleza humana, puede transmitir Su victoria al corazón de cada persona que coopere con Él y Le permita purificarlos de toda mancha del pecado.

“Como Cristo fue glorificado en el día del Pentecostés, así mismo será glorificado de nuevo al cierre de la obra del evangelio cuando prepare a un pueblo que resista la prueba al culminar el gran conflicto.” 7BC 983.

“Dos grandes poderes opuestos se revelan en la gran batalla final. De un lado está el Creador del cielo y la Tierra. Todos los de Su lado tienen Su firma. Son obedientes a Sus mandatos. Del otro lado está el príncipe de las tinieblas con los que escogieron la apostasía y la rebelión.” Ibid. 982, 3.

Mucha gente siente que la lluvia tardía sanará sus temperamentos y reparará sus defectos de carácter. Pero observen cuidadosamente que en el momento de la cosecha hay dos grupos – el trigo y la cizaña. La lluvia tardía no convertirá a la cizaña en trigo. Solo madurará el grano y sellará para siempre a los que le permitieron al Espíritu Santo dirigir sus vidas y purificar sus caracteres.

“La lluvia tardía, que cae cerca del cierre de gracia, madura el grano y lo prepara para la siega… El Espíritu Santo se da para avanzar de una etapa a otra en el proceso de crecimiento espiritual. La maduración del grano representa la obra de la gracia de Dios en el alma. Por el poder del Espíritu Santo, la imagen moral de Dios será perfeccionada en el carácter. Debemos ser completamente transformados a imagen de Cristo.” TM 506.

“El sello del Dios viviente será recibido por los que sean semejantes a Cristo en carácter. Como la cera asume la impresión del sello, así el sello debe asumir la impresión del Espíritu de Dios y retener la imagen de Cristo.” 7BC 970.

Todo lo que hemos estudiado hasta ahora en este artículo ha sido una descripción de la preparación necesaria para estar entre los 144.000. Son descritos como inmaculados. Son las primicias de todos los seguidores de Dios en toda la historia del mundo. Ahora están preparados para ocupar el lugar de los ángeles que cayeron, pues fueron restituidos completamente a la mente y carácter perfectos que Adán y Eva tenían antes de pecar y con los que fueron creados.

En este punto quiero entrar en más detalle acerca de la descripción de los 144.000 como representantes de las doce tribus de Israel.

Cuando Dios llamó a Abraham, se le dijo que sus descendientes serían tan numerosos como las estrellas en el cielo (Génesis 15:5). Luego se le dijo que sería el padre de muchas naciones (Génesis 17:3-6). Siglos después, Pablo dijo: “No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham… Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.” Romanos 9:6-8. “Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa”. Gálatas 3:26-29.

De algún modo, en la providencia de Dios, los doce hijos de Jacob o Israel poseía todas las características de toda la raza humana. Eruditos de la Biblia han observado este fenómeno y tiene evidencia en las escrituras: “Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, estableció los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel. Porque la porción de Jehová es su pueblo; Jacob la heredad que le tocó.” Deuteronomio 32:8, 9.

“Dios seleccionó a estos doce hijos de Jacob porque su disposición hereditaria y desarrollo de personalidad juntos forman un microcosmos de toda la humanidad, representan cada tipo de persona que alguna vez vivió.” Leslie Hardinge, “Con Cristo en Su Santuario”, p. 298.

 

Por tanto, los 144.000, que son el producto final de la obra de Cristo en el Santuario celestial al final de la historia representan la gavilla ondulada o las primicias de la cosecha de toda la humanidad, el Israel espiritual que se le prometió a Abraham como su semilla. Llevaron la antorcha de la verdad hasta la línea de meta, salieron victoriosos ante la bestia y su imagen, recibieron el sello de Dios en sus frentes y fueron fieles a Cristo durante el tiempo de tribulación. Ahora tienen el privilegio de estar con Cristo en el Monte Sión y cantar la canción de Moisés y el Cordero, la cual ningún otro grupo tiene el privilegio de cantar, porque es la canción de su experiencia:

“Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios. Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre… con las arpas de Dios y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero.” Apocalipsis 15:1-3.

“Delante del trono, sobre el mar de cristal—ese mar de vidrio que parece mezclado con fuego por lo mucho que resplandece con la gloria de Dios—, hállase reunido el grupo de los que salieron victoriosos de “la bestia y su imagen, y su marca, y el número de su nombre”. Con el Cordero en el Monte de Sion, “teniendo las arpas de Dios”, están en pie los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los hombres; se oye una voz, como el estruendo de muchas aguas y como el estruendo de un gran trueno, “una voz... como de arpistas que tocaban sus arpas”. Cantan “un cántico nuevo” delante del trono, un cántico que nadie podía aprender sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil. Es el cántico de Moisés y del Cordero, un cántico de liberación. Ninguno sino los ciento cuarenta y cuatro mil pueden aprender aquel cántico, pues es el cántico de su experiencia—una experiencia que ningún otro grupo ha conocido jamás. “Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va”. Habiendo sido trasladados de la tierra, de entre los vivos, son contados por “primicias para Dios y para el Cordero”..’” GC 648, 9.

 

Desde que se dio el mensaje de la Segunda Venida de Cristo en 1844, el pueblo de Dios en cada generación postrera ha deseado que viniese en su tiempo. ¿Será que Cristo está esperando más tiempo? ¿O será que la causa de su demora sea la condición de Su pueblo? Elena White nos responde esta interrogante:

“Pero la gente no estaba lista para recibir a su Señor. Todavía quedaba una obra de preparación que completarse para ellos. Se debía dar luz, dirigir sus mentes al templo de Dios en el cielo y a medida que por fe siguiesen a su Sumo Sacerdote en Su administración allí, se revelarían nuevos deberes. Otro mensaje de advertencia e instrucción se le daría a la iglesia.”

“Dice el profeta: ‘¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia’ Malaquías 3:2, 3.Los que estén vivos en la Tierra cuando la intercesión de Cristo termine en el Santuario celestial, deberán permanecer bajo la mirada de un Dios santo sin un mediador. Sus túnicas deben ser inmaculadas, sus caracteres deben ser purificados del pecado por la sangre rociada. A través de la gracia de Dios y su propio esfuerzo diligente, deben ser conquistadores en la batalla contra el mal. Mientras el juicio investigativo avance en el cielo, mientras los pecados de los creyentes penitentes se remuevan del Santuario, debe haber una obra especial de purificación, de apartar el pecado entre el pueblo de Dios en la Tierra. Esta obra se presenta más claramente en los mensajes de Apocalipsis 14.

 

“Cuando esta obra se complete, los seguidores de Cristo estarán listos para Su aparición… Entonces la iglesia que nuestro Señor ha de recibir a Su venida será ‘una iglesia gloriosa, sin manchas, arrugas ni ningún defecto.’” GC 424, 5.

Entonces el retraso se debe a que el pueblo de Dios aún no está en condiciones. Debemos estar dispuestos a cooperar con la obra purificadora de Cristo en Su ministerio en el Lugar Santísimo del Santuario celestial. Debemos estar dispuestos a participar con Él en esta obra de limpieza. Debemos caminar con Él, escucharlo y obedecerlo mientras nos revela las cosas que ve que están escritas en los libros celestiales. Debemos luchar con Dios tal como lo hizo Jacob para ser vencedores y ser los hijos espirituales de Israel.

“De no haberse arrepentido Jacob previamente de su pecado… Dios no habría escuchado su oración ni preservado su vida misericordiosamente. Así que en el tiempo de tribulación, si el pueblo de Dios tuviese pecados no confesados que apareciesen ante ellos… los abrumarían… Pero mientras tengan un profundo sentido de no ser dignos, no tienen errores ocultos que revelar. Sus pecados ya pasaron por juicio previamente, fueron eliminados y no pueden ser recordados.

“Satanás induce a muchos a creer que Dios no se fija en la infidelidad de ellos respecto a los asuntos menudos de la vida; pero, en su actitud con Jacob, el Señor demuestra que en manera alguna sancionará ni tolerará el mal. Todos los que tratan de excusar u ocultar sus pecados, dejándolos sin confesar y sin haber sido perdonados en los registros del cielo, serán vencidos por Satanás… Los que retrasan la preparación para el día de Dios no podrán hacerlo en el tiempo de tribulación ni en ningún otro momento posterior. El caso de aquellos está completamente perdido.” GC 620.

¿Cuál entonces es nuestro deber en este momento? Debemos apresurarnos mientras Cristo aún está haciendo ministerio en el Santuario celestial para asegurar nuestra decisión (2da. Pedro 1:10). Debemos apartar cualquier obstáculo y que nos acosa fácilmente (Hebreos 12:1), de otro modo estaremos entre los siervos perezosos que posponen la venida del amo hasta que es demasiado tarde:

“Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis”. Mateo 24:42-44.

Algunos de ustedes dirán: “¿Pero qué debo hacer para estar listo para la venida de Cristo?” El pecado es un concepto nebuloso. Estamos acostumbrados a él, crecimos con él y es parte de la deformación y la corrupción de la sociedad y de las vidas de todo ser humano desde que Adán y Eva pecaron en el jardín del Edén. Solo Cristo, el inmaculado Hijo de Dios, vino a este mundo sin la tendencia al pecado escrita en las tablas de Su corazón. En Salmos 40:6-8 profetizó acerca de Su propio nacimiento:

“Sacrificio y ofrenda no deseaste; mis oídos abriste: ofrenda ardiente y ofrenda por el pecado no requeriste. Entonces dije: He aquí vengo: En el rollo del libro está escrito de mí, me deleito en hacer Tu voluntad, Dios mío: Sí, Tu ley está en mi corazón.” VRS.

Cuando Dios le reveló a María que fue elegida para ser la madre del tan esperado Mesías, el ángel le dijo: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá: Por tanto el niño santo al que darás a luz deberá ser llamado el Hijo de Dios.” Lucas 1:35. VRS.

 

Mucha gente cree que cuando Cristo vino a este mundo como ser humano, asumió no solo la naturaleza de la humanidad sino también la propensión a pecar, la cual recibimos todos al nacer, pero que Él resistió estas inclinaciones a la perfección durante toda Su vida y por tanto no pecó. Pero las Escrituras nos dicen claramente que era santo, puro e incorrupto desde Su concepción, por ende es el Sumo Sacerdote que nos puede salvar al final:

“La anterior regulación se aparta porque era débil e inútil (porque la ley no hizo nada perfecto) y una mejor esperanza se presentó, mediante la cual nos acercamos a Dios… Ya que Cristo vive para siempre, tiene un sacerdocio permanente. Así que puede salvar por completo a los que acuden a Dios a través de Él, porque vive para siempre interceder por ellos. Dicho sumo sacerdote satisface nuestras necesidades – Uno que es santo, inmaculado, puro (incorrupto, VRS), apartado de los pecadores, exaltado a los cielos.” Hebreos 7:18, 24-26.

¡Esta es nuestra bendita esperanza! Cristo, el Santo de Dios, puede restituirnos a la misma condición de pureza y santidad si cooperamos por completo con Su ministerio como Sumo Sacerdote en la culminación de Su obra en el Lugar Santísimo del Santuario celestial. ¿Entonces cuál es la clave para nuestra restauración? Se halla en la palabra “santidad”, porque es a esta condición que debemos volver en nuestro viaje de retorno al Edén antes de la caída de nuestros primeros padres. Esto es incomprensible para la mente humana corriente, pero las verdades se hacen más claras para los que están iluminados por el Espíritu y la Palabra, a medida que vemos que el retorno de Cristo se aproxima.

“Pero el camino del justo es de luz brillante que brilla más y más hasta el día perfecto. El camino del inicuo es de tinieblas: no saben con qué tropiezan.” Proverbios 4:18, 19. VRS.

Creo que la palabra que descubre el misterio de la perfección es “santidad”. Como ya hemos visto, el ángel Gabriel le dijo a María que el niño que nacería de su vientre sería santo desde Su nacimiento. Incluso los demonios que interactuaron con Cristo se vieron obligados a admitir que Cristo era el santo Hijo de Dios: “Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces, diciendo: !!Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, ¡el Santo de Dios!.” Marcos 1:23, 24.

Pero esta condición de santidad no está reservada solo para Cristo, porque a través de una relación con Él, el hombre debe hacerse santo para poder estar ante la presencia de un Dios santo: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados.” Hebreos 12:14, 15.

 

Para entender el tema de la santidad, necesitamos una definición clara y simple de la palabra. La recibimos de Elena White:

“La santidad estar de acuerdo con Dios.” 5T 743.

“Si el hombre se hará inmortal, su mente debe estar en armonía con la de Dios.” T en SB 116.

Esto significa que todo el plan de salvación tiene un solo objetivo – hacer que los seres humanos caídos vuelvan a estar en armonía y unicidad con la mente de Dios en todos los aspectos. La mente carnal está en enemistad con Dios y en armonía con el diablo. Por ende, para restituir nuestras mentes al perfecto estado con el cual fuimos creados, debemos tener una constante relación personal con Dios a través del Espíritu Santo y del ministerio de Cristo por nosotros en el Santuario celestial. Esto requiere un enfoque decidido y determinación para conectar con Cristo a diario y mantener esa conexión a través de las varias experiencias que traerá ese día. Debemos comenzar el día con Dios, permanecer en consciente conexión con Él durante todo el día y terminarlo con Él antes de dormir por la noche. Incluso en las horas nocturnas, si nos despertamos debemos comulgar nuestros corazones con Dios.

Cristo es nuestro ejemplo de este tipo de vida. Vino al mundo en conexión con Su Padre celestial y en perfecto acuerdo con Él y Su Ley y mantuvo esa constante comunicación durante toda Su vida en la Tierra. ¿Cómo es posible tener la misma relación con Dios, cuando venimos a este mundo ya contaminados por el pecado? Como dijo David: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre”. Salmos 51:5.

 

Elena White revela una información muy importante acerca de cómo las tendencias a pecar y los rasgos del carácter se transmiten de padres a hijos:

“Incluso antes del nacimiento del niño, la preparación debería comenzar para permitirle luchar exitosamente la batalla en contra del mal.”

“Esta responsabilidad recae principalmente sobre la madre, que con su sangre vital nutre al niño y forma su armazón física, le comunica también influencias intelectuales y espirituales que tienden a formar la inteligencia y el carácter.… El efecto de las influencias prenatales es considerado por muchos padres como algo efímero, pero el cielo no lo piensa así… El bienestar del niño será afectado por los hábitos de la madre… Si antes del nacimiento de su hijo ella es auto indulgente, egoísta, impaciente y exigente, estos rasgos se reflejarán en la disposición del niño. Así muchos niños recibieron de nacimiento unas tendencias al mal casi invencibles… Pero si la madre inquebrantablemente se apega a los principios correctos, si es moderada, abnegada, amable, gentil y desprendida, puede transmitirle a su hijo los mismos rasgos de carácter.” MH 371-3.

“Es inevitable que los hijos sufran las consecuencias del mal proceder de los padres, pero no son castigados por la culpa de los mismos, salvo que sean partícipes de sus pecados. Con frecuencia es el caso que los hijos sigan los pasos de sus padres. Por herencia y ejemplo los hijos se vuelven partícipes del pecado del padre. Las tendencias incorrectas, los apetitos perversos, la moral degradada, así como las enfermedades físicas y  la degeneración son transmitidas como un legado de padre a hijo, hasta la tercera y cuarta generación. Esta terrible verdad debería tener un solemne poder para refrenar a los hombres de tomar un camino de pecado.” PP 306.

 

“Los hábitos forjados en la juventud, aunque pueden ser modificados de algún modo en el más allá, pocas veces son esencialmente cambiados. Toda tu vida se moldeó por el legado del carácter que te fue transmitido al nacer. El perverso temperamento de un padre se observa en sus hijos.” 4T 499.

 

Recientes estudios científicos también respaldan esta ley de la genética:

“Hay una ‘nueva ciencia’ que podría hacer que el mundo Cristiano, especialmente a los Adventistas del Séptimo día se den cuenta. La investigación epigenética se ha hecho desde hace unos 16 años y ha revelado que la frase en el segundo mandamiento en Éxodo 20:5 que dice ‘visita la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación’, es un hecho científico. A través de su investigación en epigenética en el Laboratorio Ressler de la Universidad Emory en Atlanta, un hombre llamado Brian Diaz descubrió que las cosas que experimentamos, las elecciones que tomamos, lo que pensamos y cómo lo hacemos se transmiten misteriosamente a nuestros hijos a través del ADN… Leyendo cuidadosamente lo que él y otros escribieron, uno descubre que los caracteres de los hijos no solo se moldean por lo que ven haciendo a sus padres y a los demás, sino también con lo que se les transmite por medio de la epigenética parental…”

“Pero la buena nueva es que no estamos atascados con nuestra herencia epigenética. Si amamos a Dios lo suficiente como para confiar en Él y lo hacemos lo suficiente para obedecerlo, podemos reclamar las promesas de Su Biblia que nos dicen que Dios ‘puede santificarnos y completarnos’ (1ra. Tesalonicenses 5:23, 24); que Dios ‘puede hacernos perfectos’ (Judas 24) ante Su trono. En verdad, Dios es grandioso y lleno de gracia para nosotros.” Wallace Frost, pastor de la Iglesia Burnt Mills en Silver Spring, Maryland. Septiembre del 2006. Visitante, p. 13.

Añadan a esto el impacto que tiene sobre los niños el ejemplo parental y cómo los tratan ellos y otros miembros de la familia mientras crecen. En el mundo de hoy, los medios pueden tener más impacto sobre la mente, carácter y desarrollo de los niños y los jóvenes que ninguna otra influencia del ambiente y aun así, el día de Dios se acerca y la gente de esta generación está por ver el fin de la historia y encarar a su Hacedor para responder por sus propias vidas y la influencia que tuvieron sobre las vidas de sus familiares y los demás.

Escuchen cómo ve el profeta Sofonías nuestro día y le habla a la gente que estará viva para ver la venida de Cristo: “El gran día del Señor está cerca – cerca y aproximándose rápidamente. ¡Escuchen! El llanto en el día del Señor será amargo, habrá jaleo del guerrero. Ese día será de ira, un día de estrés y angustia, un día de tribulación y ruina, un día de tinieblas y tristeza, un día de nubes y oscuridad, un día de trompeta y grito de batalla en contra de las ciudades fortificadas y contra las torres en las esquinas. Llevaré estrés a la gente y caminarán como ciegos, porque pecaron en contra del Señor… Ni su plata ni su oro podrá salvarlos del día de la ira del Señor. En el fuego de sus celos todo el mundo será consumido, porque le pondrá un fin súbito a todos los que viven en la Tierra… “Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo  (que se dé la orden, VRS); es amarga la voz del día de Jehová; gritará allí el valiente. Buscad a Jehová todos los humildes de la tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad mansedumbre; quizá seréis guardados en el día del enojo de Jehová”. Sofonías 1:14-2:3.

 

Hay un capítulo en el volumen cinco de Testimonios que sería bueno que todos leyeran, pues hay verdades que aplican a nuestro momento histórico. He aquí algunos extractos de ese capítulo:

“Con precisión infalible el Eterno sigue llevándole la cuenta a todas las naciones. Mientras Su misericordia se ofrezca, con llamados al arrepentimiento, esta cuenta permanecerá abierta; pero cuando las cifras alcancen cierta cantidad que Dios ha establecido, el ministerio de Su ira comenzará. La cuenta se cerrará. La paciencia Divina terminará. No hay más súplicas de misericordia para con ellos…”

“El día de la venganza de Dios está justo sobre nosotros. El sello de Dios se colocará en las frentes de los que desprecian las abominaciones hechas en la tierra. Los que simpatizan con el mundo están comiendo y bebiendo con los borrachos y de seguro serán destruidos junto con los inicuos…”

“Ninguno de nosotros recibirá jamás el sello de Dios mientras nuestros caracteres tengan una mancha. Nos toca a nosotros remediar los defectos de nuestro carácter, limpiar el templo del alma de toda contaminación. Entonces la lluvia tardía caerá sobre nosotros como cayó la lluvia temprana sobre los discípulos en el día de Pentecostés…”

“¿Qué están haciendo, hermanos, para la gran obra de preparación? Los que se unen con el mundo reciben su molde y se preparan para la marca de la bestia. Los que desconfían de sí mismos, se humillan delante de Dios y purifican sus almas obedeciendo a la verdad, son los que reciben el molde celestial y se preparan para tener el sello de Dios en sus frentes. Cuando se promulgue el decreto y se estampe el sello, su carácter permanecerá puro y sin mancha para la eternidad.”

“Ahora es el momento de prepararse. El sello de Dios no será puesto nunca en la frente de un hombre o una mujer que sean impuros. Nunca será puesto sobre la frente de seres humanos ambiciosos y amadores del mundo. Nunca será puesto sobre la frente de hombres y mujeres de corazón falso o engañoso. Todos los que reciban el sello deberán estar sin mancha delante de Dios y ser candidatos para el cielo.” 5T 208, 212, 214, 216.

 

¿Pero cómo podemos llegar al punto donde nuestros corazones y mentes sean purgados de toda mácula o impureza? Primero, debemos creer con todo nuestro corazón que Dios revela los secretos y que puede revelarnos incluso los niveles más profundos de los pensamientos e intenciones de nuestros corazones. Debemos pasar tiempo con Él en Su Palabra y permitirle al Espíritu Santo que nos revele los misterios de Su voluntad. Debemos escudriñar nuestros corazones como con una vela encendida para ver si hay algo que esté en discordia con la ley de Dios así como con la vida perfecta de Cristo. Por favor recuerden que esto no es algo que podamos hacer por nuestros propios medios. Es la obra de Dios a través del poder del Espíritu Santo que intercede por nosotros con inefables gemidos (Romanos 8:26, VRS) ante el trono de Dios. Todo el Cielo está esperando que cooperemos con los tres miembros de la Deidad que nos asistirán en esta obra de purificación del templo de nuestra alma.

“Mientras Cristo está purificando el santuario, los adoradores en la tierra deben repasar cuidadosamente su vida, y comparar su carácter con la norma de justicia.” Ev 224.

 

¿Qué estamos buscando al revisar nuestras vidas? Muchos de nosotros que estamos teniendo esta experiencia con Cristo mientras revisa nuestros corazones, hallamos que nos está revelando dónde comenzaron los patrones incorrectos de pensamiento y sentimiento durante la niñez, ya sea para con nuestros padres, hermanos o cualquier otro en nuestro entorno inicial. Es aquí que las raíces y comienzos de nuestro proceso de pensamiento comenzaron. Ya que no podemos cambiar estas cosas del pasado, queda de nuestra parte cambiar nuestra respuesta a ellas para estar en armonía con los pensamientos y sentimientos que Cristo ponga en nuestros corazones.

Por ejemplo, si hubo algún abuso en nuestra crianza, la respuesta natural podría ser ponerse mucho a la defensiva y guardar rencores en contra de cualquiera que nos recuerde lo que experimentamos en nuestra niñez. Si hubo negligencia, favoritismo o una exhibición de mala conducta, todo esto puede seguirnos por toda la vida. Cristo quiere liberarnos de lo que sea que nos haya lastimado en nuestras vidas o que nos haya causado un daño heredado recibido de nuestro linaje familiar. Sin ayuda de Dios, nunca podremos ser completamente libres de las tendencias al mal, heredadas y cultivadas por igual.

“Sin el proceso transformador que solo puede proceder del poder divino, las propensiones originales a pecar quedan en el corazón con toda su fuerza, para forjar nuevas cadenas, para imponer una esclavitud que nunca podrá ser abolida por ningún poder humano.” Ev 192.

 

Para revelarnos estos defectos ocultos de carácter – o de pensamientos o sentimientos (5T 310), -- Dios nos pone pruebas que sacan nuestros pensamientos y sentimientos a nuestra conducta, demostrándonos así dónde debemos recibir la gracia sanadora de Dios. Estas experiencias nos dan la oportunidad de escudriñar nuestros corazones ante Dios y arrepentirnos de todo pensamiento, sentimiento y conducta pecaminosa y pedir una sanación profunda de Cristo, quien puede hacernos a Su imagen y semejanza. Los que no pasen por esta experiencia de purificación y sanación no estarán listos para encontrarse con Cristo en paz cuando venga, porque Él es como fuego de refinador y cuando aparezca en gloria, Su mera presencia destruirá a los pecadores junto con sus pecados.

“Por el poder del Espíritu Santo la imagen moral de Dios será perfeccionada en el carácter. Debemos ser completamente transformados a la semejanza de Cristo.” TM 506.

“Esta experiencia es la que todo el que sea salvo debe haber tenido. En el día del juicio, el curso del hombre que retuvo la fragilidad e imperfección de la humanidad no será vindicado. No habrá lugar en el Cielo para ellos. No podrán disfrutar de la perfección de los santos en la luz. Los que no tienen suficiente fe en Cristo para creer que Él puede hacer que no pequen más, no tienen la fe que les dará acceso al reino de Dios.” CT 102, 3.

¿Ven por qué le ha tomado seis mil años a Dios producir un remanente perfecto de Su pueblo? El problema del pecado es más profundo y penetrante de lo que se percibe a simple vista y como un cáncer se disemina al interior de cada alma humana. Debemos aprender que detrás de cada pecado hay una mentira del diablo en base a la cual se actuó. Satanás le asigna un demonio a cada niño en su nacimiento, cuya tarea es legarles los pecados de los padres a los hijos hasta la tercera y cuarta generación. Por experiencia conoce las debilidades y las propensiones de cada familia. Afortunadamente, Cristo también le asigna a cada niño un ángel para cotejar la mente del niño hacia las cosas celestiales. Hay una batalla invisible que se libra sobre cada alma desde el nacimiento hasta la muerte. Cuando Cristo venga, toda persona habrá tomado una decisión permanente para vida eterna o perpetua extinción.

“Los niños son la presa fácil del enemigo porque no están sujetos a la gracia. No han experimentado el poder purificador de la sangre de Cristo. Los ángeles malvados tienen acceso a estos niños y algunos padres no se preocupan y no les ponen mucho preparo. Los padres tienen un gran trabajo que hacer en cuanto este asunto al corregir y dominar a sus hijos y llevarlos ante Dios y reclamar Su bendición sobre ellos. Con fiel e incansable esfuerzo y las bendiciones de gracia pedidas a Dios para los niños, se puede romper el poder de los ángeles malignos, se le brinda una influencia santificadora a los niños y el poder de las tinieblas debe ceder.” CT 118.

Hemos llegado ahora a la generación final de la historia terrestre. Muy poca gente está respondiendo al llamado de Dios a prepararse para el cierre de gracia. Los medios son más atractivos para la gente de este mundo que el Espíritu Santo. Para la mayoría, los pecados de los padres sobre los hijos llegaron a un punto de no retorno.

“Se apartaron los impíos desde la matriz; se descarriaron hablando mentira desde que nacieron. Veneno tienen como veneno de serpiente; son como el áspid sordo que cierra su oído, que no oye la voz de los que encantan, por más hábil que el encantador sea.” Salmos 58:3-5.

Se ha necesitado todos estos años para enseñarnos la virulenta naturaleza del pecado, pero ahora es el momento para que tomemos ventaja de lo que Cristo ha hecho por nosotros, no solo en la cruz, sino lo que puede hacer y lo que hará con los que cooperen con Él para remover el propio problema del pecado. Pero eso requiere nuestra cooperación voluntaria durante todo el camino de regreso a la pureza de corazón y la purificación del alma, para que todo pensamiento, palabra y obra esté en completa armonía con la mente de Cristo. Esta es la condición que alcanzarán los 144.000 al culminar la obra de Cristo en el Santuario celestial. La última hez de rebelión e impureza habrá removido y estarán en completa armonía con el Padre y el Hijo en todo aspecto. Entonces se regocijarán al saber que sus pecados fueron lavados con la sangre del Cordero y que el maligno ya no tiene poder sobre ellos.

“Jehová, tú nos darás paz, porque también hiciste en nosotros todas nuestras obras.” Isaías 26:12.

Como representantes de toda la raza humana, los 144.000 estarán con Cristo en el Monte Sión. Lo siguieron fielmente durante Su obra purificadora en el Lugar Santísimo y sus pecados fueron eliminados de sus vidas y de los libros celestiales. Permanecieron leales a Cristo en la batalla final contra la bestia y su imagen y vencieron. Vieron la Tierra destruida por las siete plagas finales y soportaron miseria y amenazas de muerte. Ahora son libres para estar para siempre con Cristo, ir con Él doquiera que vaya y adorar en Su trono por toda la eternidad, para nunca apartarse de su amado Señor y Salvador. Ahora es el momento y somos el pueblo que es llamado a ser la gavilla ondulada, las primicias de la Tierra. Respondamos con presteza y regocijo al llamado final de Dios para seguirlo por completo durante los días venideros hasta que Lo veamos volver en las nubes de gloria.

Y ahora, “¡Al único Dios, nuestro Salvador, que puede guardarlos para que no caigan, y establecerlos sin tacha y con gran alegría ante su gloriosa presencia, 25 sea la gloria, la majestad, el dominio y la autoridad, por medio de Jesucristo nuestro Señor, antes de todos los siglos, ahora y para siempre! Amén.” Judas 24, 25.