5.) La Eliminación del Pecado I
/En nuestros estudios del Santuario hasta ahora, hemos examinado la importancia y función del Santuario para darnos la victoria sobre el pecado diariamente. Ahora quiero presentar la importancia del Santuario en la remoción permanente del pecado en nuestras vidas.
En el ciclo anual del Santuario del Antiguo Testamento, el pecado se registraba diariamente mediante la sangre rociada del holocausto animal en la cortina o velo que separaba el Lugar Santo del Santísimo. Esta ceremonia apuntaba hacia el sacrificio de Cristo, “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” Juan 1:29.
Gracias a que Cristo vivió Su vida perfecta en carne y hueso y derramó Su sangre en la cruz del Calvario para cada uno de los hijos de Adán, ahora podemos, mediante una relación personal con Él, acercarnos al trono de gracia sin un velo de por medio.
“Más Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu. Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron.” Mateo 27:50, 51.
“La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.” Hebreos 6:19, 20.
“La primera alianza tenía regulaciones para la adoración y también un Santuario celestial. Un tabernáculo se levantó. En su primera habitación estaba el candelabro, la mesa y el pan consagrado, este era el Lugar Santo. Detrás de la segunda cortina estaba una habitación llamada el Lugar Santísimo, que contenía el altar dorado del incienso y el Arca de la Alianza recubierta de oro… Sobre el arca estaban los querubines de la Gloria, eclipsando la cubierta de expiación…”
“Los sacerdotes entraban regularmente a la habitación externa para llevar a cabo su ministerio, pero solo el sumo sacerdote entraba en la habitación interna y solo una vez al año, nunca sin sangre, la cual ofrecía por sí mismo y los pecados que la gente había cometido en ignorancia. El Espíritu Santo estaba mostrando así que el camino al Lugar Santísimo no había sido revelado aún mientras el primer tabernáculo aún estaba de pie. Esta es una ilustración del presente, indicando que las ofrendas y sacrificios hechos no pudieron limpiar la conciencia de la persona…”
“Cuando Cristo entró como Sumo Sacerdote, pasó por el mayor y más perfecto tabernáculo que no es hecho por el hombre… No entró por medio de la sangre de cabras y terneros, sino que entró al Lugar Santísimo de una vez y por todas con Su propia sangre, habiendo ganado la redención eterna. La sangre de cabras y toros y las cenizas de un novillo rociados en aquellos que no estaban ceremonialmente limpios los santifican para que sean limpios por fuera. ¡Cuánto más, entonces, la sangre de Cristo que a través del Espíritu eterno se ofreció a Sí mismo inmaculado ante Dios, purifica nuestras conciencias de los actos que llevan a la muerte, para que podamos servirle al Dios viviente!
“Por esta razón Cristo es el mediador de una nueva alianza, para que aquellos que son llamados puedan recibir la herencia eterna prometida – ahora que murió como un rescate para liberarlos de los pecados cometidos bajo la primera alianza.” Hebreos 9:1-15.
“Cristo es el ministro del verdadero tabernáculo, el Sumo Sacerdote de todos los que creen en Él como Salvador personal y Su oficio no lo puede tomar nadie más. Él es el Sumo Sacerdote de la iglesia y tiene un trabajo que hacer que nadie más puede llevar a cabo. Mediante Su gracia, puede evitar que cualquier hombre caiga en la transgresión.” ST 14/02/1900.
El tema de toda la Biblia es el esfuerzo de Dios para salvar a la humanidad de la presencia y el poder del pecado. Desde el principio había elaborado el plan de salvación y cuando el hombre pecó, este plan se puso en marcha. Primero fue el Santuario terrestre, donde Dios se encontraba con Su pueblo. Después de la venida de Cristo y Su ascensión de regreso al Cielo, comenzó la siguiente fase del plan.
“La ley es solo una sombra de las cosas buenas que vienen – no las realidades mismas. Por esta razón nunca puede, mediante los reiterados sacrificios sin cesar año tras año, perfeccionar a aquellos que se acercan a adorar…”
“Por tanto, cuando Cristo vino al mundo, dijo: ‘Sacrificio y ofrenda no desearon, pero un cuerpo prepararon para Mí; con ofrendas ardientes y ofrendas pecaminosas no estaban complacidos. Entonces dije: Heme aquí – está escrito de Mí en el rollo – que vengo a hacer Tú voluntad, oh Dios.’”
“Día tras día cada sacerdote entra y realiza sus tareas religiosas, una y otra vez ofrecen los mismos sacrificios, los cuales no pueden lavar los pecados. Pero cuando este sacerdote ofreció un sacrificio por el pecado para todos los tiempos, se sentó a la diestra de Dios. Desde entonces espera que sus enemigos sean sus escabeles, porque gracias a un sacrificio, hizo perfectos para siempre a aquellos que están haciéndose santos.”
“El Espíritu Santo también nos testifica acerca de esto. Primero dice: ‘Esta es la alianza que haré con ellos luego de aquel tiempo’, dice el Señor. ‘Colocaré Mis leyes en sus corazones y las escribiré en sus mentes.’ Luego añade: ‘Ya no recordaré sus pecados y actos fuera de la ley.” Hebreos 10:1-7; 11-17.
En estas escrituras, vemos claramente que aunque los servicios del Santuario del Antiguo Testamento no podían hacer perfecto a nadie, le ofrecían la salvación a la gente que por fe estaba esperando la venida del Redentor.
Observen cómo Pablo inserta la razón por la cual el ministerio de Cristo produce salvación en contraste con los servicios del Santuario del Antiguo Testamento: “Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré.” Hebreos 8:10
Esta es una cita de Jeremías 31:31-34:
“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová… Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.”
Esta es promesa de la nueva alianza que Dios le dio a Su pueblo de la antigüedad y de nuevo en el Nuevo Testamento es especialmente aplicable al pueblo de Dios en el fin de los tiempos. Es el resultado del trabajo de Cristo en el Lugar Santísimo donde los pecados de Su pueblo son finalmente lavados y la ley de Dios es escrita perfectamente en sus corazones y sus pecados son eliminados para siempre.
“La obra del juicio investigador y el acto de borrar los pecados deben realizarse antes del segundo advenimiento del Señor. En vista de que los muertos han de ser juzgados según las cosas escritas en los libros, es imposible que los pecados de los hombres sean borrados antes del fin del juicio en que sus vidas han de ser examinadas... Cuando el juicio investigador haya concluido, Cristo vendrá con su recompensa para dar a cada cual según sus obras” GC 485.
“En el sistema típico—que era sombra del sacrificio y del sacerdocio de Cristo—la purificación del santuario era el último servicio efectuado por el sumo sacerdote en el ciclo anual de su ministerio. Era el acto final de la obra de expiación—una remoción o apartamiento del pecado de Israel. Prefiguraba la obra final en el ministerio de nuestro Sumo Sacerdote en el cielo, en el acto de borrar los pecados de su pueblo, que están consignados en los libros celestiales. Este servicio envuelve una obra de investigación, una obra de juicio, y precede inmediatamente la venida de Cristo en las nubes del cielo con gran poder y gloria, pues cuando él venga, la causa de cada uno habrá sido fallada. Jesús dice: “Mi galardón está conmigo, para dar la recompensa a cada uno según sea su obra”. Apocalipsis 22:12 (VM). Esta obra de juicio, que precede inmediatamente al segundo advenimiento, es la que se anuncia en el primer mensaje angélico de Apocalipsis 14:7 (VM): “¡Temed a Dios y dadle honra; porque ha llegado la hora de su juicio!” GC 352
Está claro que la coronación de la obra de Cristo en el Santuario celestial es la purificación y la eliminación de los pecados de Su pueblo, cumpliendo así con la obra completa de restauración bajo los principios de la nueva alianza, la cual promete escribir la ley de Dios en las tablas carnales del corazón. En uno de los primeros sermones de Pedro justo luego del Pentecostés, señala esta obra final de purificación la cual será completada para el pueblo de Dios justo antes de la segunda venida:
“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.” Hechos 3:19-21 - VRS.
“La sangre de Cristo, si bien era para liberar al pecador arrepentido de la condena de la ley, no era para cancelar el pecado; eso quedaría en los registros en el Santuario hasta la expiación final… Entonces en virtud de la sangre expiatoria de Cristo, los pecados de todos los penitentes serán eliminados de los libros celestiales… nada más que recordarse o tener en cuenta.” PP 357, 8.
“La sangre de Cristo, ofrecida en beneficio de los creyentes arrepentidos, les aseguraba el perdón y la aceptación del Padre, pero no obstante sus pecados permanecían inscritos en los libros de registro. Como en el servicio típico había una obra de expiación al fin del año, así también, antes que la obra de Cristo para la redención de los hombres se complete, queda por hacer una obra de expiación para remover el pecado del Santuario. Este es el servicio que comenzó cuando terminaron los 2.300 días”. GC 421.
“Aunque el pecado era perdonado, el registro del pecado permanecía hasta el Día de la Expiación, cuando era eliminado y cuando esto tomaba lugar, ocurría un fin de la reconciliación.” 1BC 777 (no EGW).
Este mismo concepto se reflejó en uno de los primeros sermones de Pedro cuando le respondió al clamor del corazón de la gente: “Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.” Hechos 2:37, 38.
El uso de la palabra remisión por parte de Pedro fue inspirado por el Espíritu Santo. He aquí algunos significados de esta palabra:
Libertad; perdón: - Salvación, perdón, libertad. Conc. De Strong.
La cancelación de una deuda, cuenta o penalidad.
Una disminución de la seriedad o intensidad de una enfermedad o dolor; una recuperación temporal.
Perdón de los pecados. Perdón, perdonar, absolución, exoneración.
Remisión médica: Desaparición de las señales y síntomas de la enfermedad. Una remisión puede ser temporal o permanente.
En otras palabras, la remisión significa que cuando una persona acepta a Jesucristo como su Salvador personal y está realmente arrepentida y sus pecados fueron perdonados, los síntomas ya no están en control de sus vidas. Con suerte, un cambio drástico ocurre y a medida que la persona camina con Cristo y continúa creciendo por el poder del Espíritu Santo, habrá continuo crecimiento en rectitud y santidad del carácter. Pero si se apartan de su caminar con Cristo y vuelven a sus viejos pecados, estarán peor que lo que estaban antes y todos los actos rectos serán olvidados.
“Más el impío, si se apartare de todos sus pecados que hizo, y guardare todos mis estatutos e hiciere según el derecho y la justicia, de cierto vivirá; no morirá. Todas las transgresiones que cometió, no le serán recordadas; en su justicia que hizo vivirá. Mas si el justo se apartare de su justicia y cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las abominaciones que el impío hizo, ¿vivirá él? Ninguna de las justicias que hizo le serán tenidas en cuenta; por su rebelión con que prevaricó, y por el pecado que cometió, por ello morirá”. Ezequiel 18:21-24.
Este principio también está ilustrado en la parábola que Cristo dijo acerca del siervo inmisericorde que está relatada en Mateo 18:23-35:
“Entonces el amo hizo pasar al siervo. ‘Siervo inicuo’, le dijo, ‘Cancelé todas tus deudas porque me lo rogaste. ¿No debiste tú haber tenido piedad con tu siervo igual que yo la tuve contigo?’ Molesto, su amo lo entregó a los carceleros para que lo torturaran, hasta que hubiese pagado todo lo que debía.” Mateo 18:32-34.
Así, vemos que tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, se enseña el principio que nuestros pecados no se borran de los libros celestiales hasta el fin de la obra de Cristo de la eliminación del pecado de Su pueblo arrepentido al final de Su labor en el Lugar Santísimo del Santuario celestial. Aquellos que mueren en Cristo, sus pecados son perdonados mientras duermen. Pero aquellos que estén vivos al momento del fin de los tiempos, pasarán por una limpieza especial que los preparará para atravesar el tiempo de tribulación sin un mediador después que Cristo termine su obra mediadora en el Santuario celestial y salga para verter las siete plagas finales sobre los inicuos.
“Aquellos que compartirán los beneficios de la mediación del Salvador no deberían permitir que nada interfiera con su labor de perfeccionar la santidad en el temor a Dios… El tema del Santuario y el juicio investigativo debe entenderse con claridad entre el pueblo de Dios. Todos necesitan el conocimiento propio de la posición y la obra de su gran Sumo Sacerdote. De otro modo será imposible para ellos ejercer la fe que es esencial en este momento u ocupar la posición que Dios les ha designado. Cada individuo tiene un alma que salvar o perder. Cada uno tiene un caso pendiente con Dios. Cada uno debe enfrentar un gran juicio cara a cara. Cuán importante, entonces es, que cada mente contemple con frecuencia la solemne escena cuando el juicio tenga lugar y los libros sean abiertos…”
“Estamos ahora viviendo en el gran Día de la Expiación. En el servicio típico, mientras el sumo sacerdote estaba haciendo la expiación por Israel, todos debían afligir sus almas en arrepentimiento del pecado y humillación ante el Señor o serían cortados del pueblo. De tal manera, todos los que tengan sus nombres escritos en el libro de la vida, deberían ahora, en los pocos días restantes de gracia, afligir sus almas ante Dios con lamento por el pecado y en verdadero arrepentimiento. Debe haber una profunda y fiel revisión del corazón… Todos deben ser probados y hallados inmaculados, sin arrugas ni nada de eso…
“Cuando la obra del juicio investigativo culmine, el destino de todos se habrá decidido para vida o muerte. La gracia se cerrará poco antes de la aparición del Señor en las nubes del Cielo. Cristo en Apocalipsis, anticipándose a ese momento, declara: ‘El que sea injusto, que siga siendo injusto y el que es sucio, que siga siendo sucio y el que es recto, que siga siendo recto y el que es santo, que siga siendo santo. Mirad, vengo pronto y mi recompensa viene conmigo, para premiar a cada hombre de acuerdo a su proceder…”
“¡Velad pues; [...] no sea que viniendo de repente, os halle dormidos!” Marcos 13:35, 36 (VM). Peligroso es el estado de aquellos que cansados de velar, se vuelven a los atractivos del mundo. Mientras que el hombre de negocios está absorto en el afán de lucro, mientras el amigo de los placeres corre tras ellos, mientras la esclava de la moda está ataviándose, puede llegar el momento en que el juez de toda la tierra pronuncie la sentencia: “Has sido pesado en la balanza y has sido hallado falto”. GC 488-91.
Desafortunadamente, la mayoría de los Cristianos cree que este juicio celestial será hecho en secreto y que los resultados no se conocerán hasta la venida de Cristo o en el momento en que la gracia cierre y las últimas siete plagas se viertan. Pero ese no es el plan de Dios. Si bien es cierto que esta será la experiencia del inicuo, Cristo quiere que Su propio pueblo tenga una relación tan cercana con Él, para que pueda revelarnos cuándo juzgará nuestro nombre. Entonces el Espíritu Santo nos mostrará las cosas de nuestros caracteres que necesitan armonizar con el carácter de Cristo.
El profeta dice: “¿Pero quién es capaz de soportar el día de su advenimiento? ¿Y quién podrá estar en pie cuando él apareciere? porque será como el fuego del acrisolador, y como el jabón de los bataneros; pues que se sentará como acrisolador y purificador de la plata; y purificará a los hijos de Leví, y los afinará como el oro y la plata, para que presenten a Jehová ofrenda en justicia”. Malaquías 3:2, 3 (VM). Los que vivan en la tierra cuando cese la intercesión de Cristo en el santuario celestial deberán estar en pie en la presencia del Dios santo sin mediador. Sus vestiduras deberán estar sin mácula; sus caracteres, purificados de todo pecado por la sangre de la aspersión. Por la gracia de Dios y sus propios y diligentes esfuerzos deberán ser vencedores en la lucha con el mal. Mientras se prosigue el juicio investigador en el cielo, mientras que los pecados de los creyentes arrepentidos son quitados del santuario, debe llevarse a cabo una obra especial de purificación, de liberación del pecado, entre el pueblo de Dios en la tierra. Esta obra está presentada con mayor claridad en los mensajes del capítulo 14 del Apocalipsis. Cuando esta obra haya quedado consumada, los discípulos de Cristo estarán listos para su venida”. GC 425.
Cuando Cristo pasó del Lugar Santo al Santísimo en 1844, comenzó el juicio para todos los que clamaron Su nombre a través de la historia, comenzando con los muertos y terminando con el juicio de los vivos. Desde luego, el juicio de los muertos ocurre mientras están durmiendo en el sepulcro y son juzgados de acuerdo a si vivieron a la altura de toda la luz que recibieron. Pero una experiencia diferente tendrán los que aguarden juicio mientras aún vivan, porque ellos tienen la oportunidad de ser purificados de todo pecado y cooperar con Cristo al llevar sus caracteres a una condición perfeccionada. Esto requiere nuestra completa atención y cooperación, pues Cristo “no hace nada sin nuestra cooperación.” 2SM 236. Igual que a los israelitas se les requería ayunar, orar, afligir sus almas y revisar sus corazones en el Día de la Expiación en cooperación con la obra del sumo sacerdote, de igual modo el pueblo de Dios hoy en día debe tener su completa atención hacia lo que Cristo está haciendo en el Santuario celestial e inteligentemente cooperar con Su obra de limpiar nuestras vidas de cualquier vestigio pecaminoso.
¿Cuál es la diferencia entre aquellos que durmieron en Cristo antes que venga y aquellos que pasarán por el tiempo de tribulación estando vivos cuando Cristo regrese? Cuando los muertos fueron a dormir en Cristo, Él aún estaba intercediendo por ellos en el Santuario celestial. Pero cuando cierre la gracia y el ministerio de Cristo en el Lugar Santísimo termine, no habrá más intercesor entre Dios y el hombre y no habrá sangre que cubra ninguna confesión de los pecados. Por esto es que el pueblo de Dios debe ser purificado de todo pecado y preparado para atravesar el tiempo de tribulación sin que quede pecado alguno en sus vidas. Esto requiere una experiencia viviente y consciente con Cristo momento a momento y una inquebrantable comunión con Él. Este proceso se describe en los Primeros Escritos, pp. 269-273, en el capítulo llamado “El Sacudir”. Aquí se describe la agonizante lucha que el pueblo de Dios atraviesa para ser completamente purgado del pecado, recibir la lluvia tardía y estar listos para el fuerte pregón. Aquellos que se rehúsen a pasar por este proceso de purificación con Cristo o simplemente ignoren la necesidad de esto, serán dejados en oscuridad. Entonces cuando se oiga el clamor: “Mirad, viene el novio: ¡Salid a recibirlo!” se verán a ellos mismos formando parte de las vírgenes imprudentes.
Daniel se refiere a esto en el capítulo 12:8-10:
“Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán”.
¿Qué entenderán los sabios en el tiempo del fin que los inicuos no? Es cómo cooperar con Cristo en el cierre de Su obra en el Lugar Santísimo, cuando pase a purificar a Su pueblo de todos los pecados de la carne y el espíritu, para que la obra de salvación culmine.
¿Te gustaría ser parte de aquellos que se apunten para esta obra especial de Cristo para la generación final en anticipo de Su venida? Si es así, debemos estar listos para ver nuestros propios pecados y apartarnos de ellos para siempre. Dios nos invita a comulgar con Él y escuchar Su pequeña y firme voz para que pueda revelarnos incluso los pecados ocultos a nuestros ojos y si cooperamos, nos purificará de todo lo impuro. Hoy nos dice:
“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. Si quisiereis y oyereis, comeréis el bien de la tierra; si no quisiereis y fuereis rebeldes, seréis consumidos a espada; porque la boca de Jehová lo ha dicho”. Isaías 1:18-20.
“Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. Hazme recordar, entremos en juicio juntamente; habla tú para justificarte.” Isaías 43:25, 26.
“Es solo con una unión personal con Cristo, al comulgar con Él diariamente, a cada hora, que podemos recibir el fruto del Espíritu Santo… Nuestro crecimiento en gracia, nuestra dicha, nuestra utilidad, todo depende de nuestra unión con Cristo y el grado de fe que ejerzamos en Él.” SD 290.
“La unión con Cristo debe mantenerse… Esto no debe ser algo casual, nada de conexiones intermitentes… La vida… recibida… solo puede preservarse con una continua comunicación. Sin Cristo, no se puede vencer al pecado o resistir la tentación… El canal de comunicación debe estar continuamente abierto entre el hombre y Su Dios.” DA 676.
“Todo lo que no pueda entrar a la ciudad de Dios será reprobado, si nos sometemos a la refinación del Señor, toda la escoria y las impurezas serán consumidas.” 4BC 1181.
Hermanos, esta obra de purificación con Cristo del Lugar Santísimo está ocurriendo ahora mismo. Mucha gente alrededor de todo el mundo está viviendo esta caminata con el Señor. No esperen a que sea demasiado tarde para subir al arca de la seguridad. Las cosas de este mundo nos están alcanzando a nosotros y a nuestros hijos para evitar que cooperemos con el fin de la obra de Cristo en nuestros caracteres. Pero debemos apartarnos de las cosas de este mundo y los cantos de sirena a nuestro alrededor y oír la dulce voz de Cristo llamándonos al arrepentimiento para prepararnos para ser llenados por Su Santo Espíritu. Igual que Noé subió al arca y la puerta fue cerrada, así mimo Cristo pronto culminará Su obra en el Lugar Santísimo y la puerta a la salvación será cerrada. Ahora es el momento de escuchar la voz del Espíritu Santo y abrirse camino a la presencia del Señor. No apartará a nadie que acuda a Él por ayuda. Sin importar tu condición, Él es suficiente para purificarte y llenarte con Su perfecta rectitud. Cristo está llamándote ahora mismo:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Mateo 11:28-30.
No hay dicha en la Tierra como aquella de conocer a Cristo y también la de asociarse con otros que de igual manera están pasando por la purificación. Ayudarnos unos a otros, orar unos por otros y compartir nuestras experiencias sobrepasa por mucho cualquier cosa que este mundo tiene para ofrecer. ¿Nos acompañarás mientras transitamos por el estrecho camino que lleva a la vida eterna?
Artículo por Carol Zarska, MAR, escritora.
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