28.) El Espíritu Santo y la obra finalizada de la Redención

El misterio de la Trinidad nunca se comprenderá por completo durante toda la infinidad de la eternidad, pues los seres creados nunca podrán entender los recursos y cualidades ilimitadas de su Creador. Pero podemos pasar la eternidad estudiando lo que Dios nos ha revelado acerca de Sí mismo sin llegar a aproximarnos al fin. El mejor lugar para comenzar este estudio es en el comienzo de la palabra revelada de Dios.

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.”

“Y dijo Dios: ‘Sea la luz; y fue la luz.’ Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.” Génesis 1:1-5.

La palabra hebrea que se usa aquí es Elohim, la palabra plural para Dios. Esto desde luego indica que lo que vemos aquí es el trabajo llevado a cabo por la TRINIDAD en la creación de este mundo. Cuando algo de gran importancia está ocurriendo, los tres miembros de la Trinidad están personalmente involucrados y presentes. Ejemplos de esto incluyen el dictamen de la ley en el Monte Sinaí, el bautismo de Cristo y la cruz.

“Cuando se dictó la ley, el Señor, el Creador del cielo y la Tierra estaba al lado de Su Hijo, envuelto en el fuego y el humo de la montaña.” 1 BC 1103.

“Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: ‘Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia’” Mateo 3:16,17.

 “Dios y Sus santos ángeles estaban a un lado de la cruz. El Padre estaba con Su Hijo, sin embargo Su presencia no se reveló.” DA 753, 754.

Entonces, en la creación del mundo y sus habitantes, la Trinidad estaba presente y activamente involucrada.

“El soberano del universo no estaba solo en su obra benéfica. Tuvo un compañero, un colaborador que podía apreciar sus designios, y que podía compartir su regocijo al brindar felicidad a los seres creados. “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios”. Cristo, el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno solo con el Padre eterno, uno solo en naturaleza, en carácter y en propósitos; era el único ser que podía penetrar en todos los designios y fines de Dios…”

“El Padre obró por medio de su Hijo en la creación de todos los seres celestiales. “Porque por él fueron criadas todas las cosas... sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue criado por él y para él”. Los ángeles son los ministros de Dios, que, irradiando la luz que constantemente dimana de la presencia de él y valiéndose de sus rápidas alas, se apresuran a ejecutar la voluntad de Dios. Pero el Hijo, el Ungido de Dios, “la misma imagen de su sustancia”, “el resplandor de su gloria” y sostenedor de” todas las cosas con la palabra de su potencia”, tiene la supremacía sobre todos ellos.” PP 34.

Así vemos a los miembros visibles de la Trinidad trabajando juntos en perfecta armonía en todo lo que hacen. ¿Pero qué hay del tercer miembro de la Trinidad, el Espíritu Santo? Es evidente que en el momento de la semana de la creación, la Trinidad se había reunido para tratar hasta el más ínfimo detalle de la creación de este mundo y sus habitantes.

“Después de la creación de la Tierra y las bestias sobre ella, el Padre y el Hijo llevaron a cabo Su propósito: Hacer al hombre a Su propia imagen, lo cual fue diseñado antes de la caída de Satanás. Habían trabajado juntos en la creación de la Tierra y de todo ser viviente en ella. Y ahora Dios le decía a Su Hijo: ‘Hagamos al hombre a Nuestra imagen.’” SR 20.

“En su perfección original, todas las cosas creadas eran una expresión del pensamiento de Dios.” COL 18.

Ahora volvamos brevemente a la escena de la creación de Génesis 1:1-5. Dios el Padre y Dios el Hijo están en algún lugar sobre la superficie terrestre. ¿Pero dónde está el Espíritu Santo? Está flotando sobre las aguas cuando la acción creativa está por ocurrir. Esto es vital para la comprensión del rol del Espíritu Santo en la Trinidad, ya sea en la creación o en la re-creación.

“La obra del Espíritu de Dios debía tener alguna conexión con la actividad que estaba por iniciarse, una actividad que traería orden al caos. El Espíritu de Dios ya estaba presente, listo para actuar apenas se diera la orden. El Espíritu Santo siempre hizo este trabajo. Este agente divino siempre estuvo presente para asistir en el trabajo de la creación y la redención, para reprender y fortalecer almas rebeldes, para consolar al desconsolado y para presentarle a Dios las oraciones de los creyentes de forma aceptable.” 1 BC 209. (No EGW).

Ahora consideren la creación de Adán. Dios formó su cuerpo del polvo de la Tierra, pero no hasta que sopló en él el aliento de vida fue que se convirtió en un alma viviente.

“Dios es un ser y el hombre se hizo a Su imagen. Luego que Dios creara al hombre a Su imagen, la forma era perfecta en todos sus arreglos, pero no tenía vitalidad. Entonces Dios sopló en esa forma el aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser viviente e inteligente que respira. Todas las partes de la maquinaria humana se pusieron en movimiento. El corazón, las arterias, las venas, la lengua, las manos, los pies, las percepciones de la mente y los sentidos se pusieron bajo las leyes físicas. Fue entonces cuando el hombre se convirtió en un alma viviente.” TD 273.

El Espíritu Santo no solo estuvo activo y fue esencial en la creación, sino que además fue igual de fundamental en el proceso de la redención y la re-creación.

Solo se podía resistir al pecado y vencerlo a través de la poderosa diligencia de la tercera persona de la Trinidad, quien vendría sin energía modificada, pero con todo el poder divino. Es el Espíritu el que hace efectivo lo que el Redentor del mundo llevó a cabo. Es el Espíritu el que purifica al corazón. A través del Espíritu el creyente se hace partícipe de la naturaleza divina. Cristo dio Su Espíritu como poder divino para vencer toda tendencia heredada o cultivada a hacer el mal y para impregnar Su propio carácter sobre Su iglesia.

“Cristo dijo del Espíritu: ‘Me glorificará’. El Salvador vino a glorificar al Padre por la demostración de Su amor, así que el Espíritu debía glorificar a Cristo al revelarle Su gracia al mundo. La propia imagen de Dios debe reproducirse en la humanidad. El honor de Dios y el de Cristo están envueltos en el perfeccionamiento del carácter de Su pueblo.”

“Cuando él [el Espíritu de verdad] viniere redargüirá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio.” La predicación de la palabra sería inútil sin la continua presencia y ayuda del Espíritu Santo. Este es el único maestro eficaz de la verdad divina. Únicamente cuando la verdad vaya al corazón acompañada por el Espíritu vivificará la conciencia o transformará la vida. Uno podría presentar la letra de la Palabra de Dios, estar familiarizado con todos sus mandamientos y promesas; pero a menos que el Espíritu Santo grabe la verdad, ninguna alma caerá sobre la Roca y será quebrantada. Ningún grado de educación ni ventaja alguna, por grande que sea, puede hacer de uno un conducto de luz sin la cooperación del Espíritu de Dios…”

“Cristo prometió el don del Espíritu Santo a su iglesia, y la promesa nos pertenece a nosotros tanto como a los primeros discípulos. Pero como toda otra promesa, nos es dada bajo condiciones. Hay muchos que creen y profesan aferrarse a la promesa del Señor; hablan acerca de Cristo y acerca del Espíritu Santo, y sin embargo no reciben beneficio alguno. No entregan su alma para que sea guiada y regida por los agentes divinos. No podemos emplear al Espíritu Santo. El Espíritu ha de emplearnos a nosotros. Por el Espíritu obra Dios en su pueblo “así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” Pero muchos no quieren someterse a eso. Quieren manejarse a sí mismos. Esta es la razón por la cual no reciben el don celestial. Únicamente a aquellos que esperan humildemente en Dios, que velan para tener su dirección y gracia, se da el Espíritu. El poder de Dios aguarda que ellos lo pidan y lo reciban. Esta bendición prometida, reclamada por la fe, trae todas las demás bendiciones en su estela. Se da según las riquezas de la gracia de Cristo, y él está listo para proporcionarla a toda alma según su capacidad para recibirla.” DA 671, 672.

El Espíritu Santo siempre estuvo presente en la larga historia del mundo desde que Adán y Eva pecaron. Buscó a aquellos cuyos corazones estaban abiertos a Su influencia y les permitió llevar vidas de devoción y obediencia. Pero cuando Cristo vino, una nueva era del Espíritu fue abierta a la humanidad. El Espíritu era esencial para hacer efectivo lo que Cristo había hecho al llevar una vida perfecta, cosa que ahora podía aplicarse a Sus seguidores.

“El Espíritu Santo es el representante de Cristo, pero está despojado de la personalidad de la humanidad y de su independencia. Investido de humanidad, Cristo no podía estar en todas partes personalmente. Por tanto, era el interés de Ellos que fuese al Padre y que enviase al Espíritu para que fuese Su sucesor en la Tierra. Nadie podía tener entonces ninguna ventaja por su ubicación o su contacto personal con Cristo. El Salvador sería accesible a todos por medio del Espíritu. En este sentido, estaría más cerca de ellos que cuando no había ascendido a las alturas…”

“En toda ocasión y lugar, en todas las tristezas y aflicciones, cuando la perspectiva parece sombría y el futuro nos deja perplejos y nos sentimos impotentes y solos, se envía el Consolador en respuesta a la oración de fe. Las circunstancias pueden separarnos de todo amigo terrenal, pero ninguna circunstancia ni distancia pueden separarnos del Consolador celestial. Dondequiera que estemos, dondequiera que vayamos, está siempre a nuestra diestra para apoyarnos, sostenernos y animarnos.” DA 269, 270.

Se podrían escribir muchos libros acerca del Espíritu Santo y no agotar el tema. Pero la importancia de comprender la obra del Espíritu en este momento de la historia es cosa de vida o muerte. Justo antes que Cristo ascendiera de vuelta al cielo, sopló sobre Sus discípulos y dijo: “Reciban el Espíritu Santo.” Juan 20:22. Esto nos recuerda a la creación de Adán, cuando “Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” Génesis 2:7. En ambos casos, el Espíritu Santo llevó vida, tanto física como espiritual.

Pero el Espíritu Santo nunca obra o trabaja solo. Tanto en la creación como en la redención, las tres personas de la Trinidad siempre trabajan en equipo y cooperando el uno con el otro.

Cuando Cristo estuvo en la Tierra y funcionó como funciona un hombre, se levantaba temprano en la mañana y buscaba una fresca recarga del Espíritu Santo de Su Padre para hacer Su obra y ministerio del día. Solo en la cruz la voz del Espíritu Santo hizo silencio, pues Cristo tenía que vivir la experiencia que los inicuos vivirán cuando se les haya cerrado la gracia y el Espíritu Santo no les hable más ni actúe a favor de ellos. Ese es el motivo por el cual su corazón se rompió y causó que le clamara a Su Padre: “Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué me has abandonado?” Marcos 15:34.

“La oscura nube de la transgresión humana se interpuso entre el Padre y el Hijo. La interrupción de la comunicación entre Dios y Su Hijo causó una condición de cosas en las cortes celestiales inefable para cualquier idioma humano. La naturaleza no podía contemplar tal escena mientras Cristo agonizaba soportando la condena de la transgresión del hombre. Dios y los ángeles se vistieron de oscuridad y ocultaron al Salvador de la mirada de la curiosa multitud mientras bebía los últimos tragos de la copa de la ira de Dios…”

“En las escenas que transpiraban en el salón del juicio y en el Calvario, vemos de lo que es capaz el corazón humano cuando está bajo la influencia de Satanás. Él se sometió a la crucifixión, aunque las huestes celestiales pudieron haberlo salvado. Los ángeles sufrieron con Cristo. Dios mismo fue crucificado con Cristo, porque Cristo era uno con el Padre. Los que rechacen a Cristo, los que no permitan que este hombre los gobierne, eligen ponerse bajo el dominio de Satanás para hacer su obra como esclavos suyos, sin embargo Cristo entregó Su vida por ellos en el Calvario.” 5 BC 1108.

El Cielo hizo todo esto por la humanidad caída, no obstante este indescriptible sacrificio es muy poco apreciado. Pero cuando el Espíritu Santo se retire definitivamente para los inicuos al final de los tiempos, ¡cuánto anhelarán tener lo que rechazaron para siempre!

“Se me mostró que una pequeña porción de los que ahora profesan la verdad serán santificados por ella y se salvarán. Muchos se elevarán por encima de la simplicidad de la palabra. Se conformarán con el mundo, apreciarán a los ídolos, morirán espiritualmente. Los humildes y abnegados seguidores de Cristo avanzarán a la perfección, dejando atrás a los indiferentes y a los amantes del mundo.” 1T 608.

“¿Estamos esforzándonos con todo nuestro empeño para alcanzar la talla de los hombres y mujeres en Cristo? ¿Estamos buscando Su plenitud, siempre avanzando hacia la meta delante de nosotros: La perfección de Su carácter? Cuando el pueblo del Señor alcance esta meta, serán sellados en sus frentes, se llenarán del Espíritu, serán completos en Cristo y los ángeles registradores dirán: ‘Consumado es.’” OHC 150.

“Vi… que muchos no se dan cuenta de lo que deben ser para vivir ante la mirada del Señor sin un Sumo Sacerdote en el Santuario durante el tiempo de tribulación. Los que reciban el sello del Dios viviente y estén protegidos en el tiempo de tribulación deben reflejar a la perfección la imagen de Cristo.”

“Vi que muchos descuidaban la preparación tan necesaria, esperando que el tiempo del “refrigerio” y la “lluvia tardía” los preparase para sostenerse en el día del Señor y vivir en su presencia. ¡Oh! ¡Y a cuántos vi sin amparo en el tiempo de angustia! Habían descuidado la necesaria preparación, y por lo tanto no podían recibir el refrigerio que todos deben tener para poder vivir en la presencia de un Dios Santo.” EW 71.

 “Vi una cubierta que Dios estaba colocando sobre Su pueblo para protegerlos durante el tiempo de tribulación y toda alma que se decidió por la verdad y que era pura de corazón sería cubierta con el manto del Todopoderoso.” EW 43.

“Y al callar la dulce voz de la misericordia, el miedo y el horror invadieron a los malvados… Quienes habían menospreciado la Palabra de Dios corrían azorados de un lado a otro, errantes de mar a mar y de norte a oriente en busca de la Palabra del Señor… ¡Qué no dieran por oír una palabra de aprobación de parte de Dios!” EW 281.

Pero lo que ahora añoran recibir se había retirado de su alcance para siempre, pues el vertido completo del Espíritu Santo en la lluvia tardía ya había descendido sobre el remanente fiel de Dios que había preparado su corazón para recibirla y cooperar con Cristo en la obra purificadora de remover todo vestigio de pecado durante la experiencia del juicio a los vivos. Durante este momento de purificación, el verdadero pueblo de Dios buscó salvación de toda mentira del diablo que había sido plantada en sus mentes por el maligno durante todas sus vidas y le pidieron al Espíritu Santo que les revelara todo lo que habían aceptado o creído que provenía del gran engañador, Satanás. Y mientras cooperaban con esta experiencia purificadora, el poder del Espíritu Santo – el Espíritu de la Verdad – llenó el vacío y reprodujo el carácter de Cristo en sus mentes y vidas. Así, el plan de salvación se completaba en las vidas del verdadero pueblo de Dios, el remanente del que se habla en Sofonías 3:13-20:

“El remanente de Israel no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa; porque ellos serán apacentados, y dormirán, y no habrá quien los atemorice.”

¡Canta, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén!  Jehová ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos; Jehová es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal. En aquel tiempo se dirá a Jerusalén: No temas; Sion, no se debiliten tus manos. Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos…”

“He aquí, en aquel tiempo yo apremiaré a todos tus opresores; y salvaré a la que cojea, y recogeré la descarriada; y os pondré por alabanza y por renombre en toda la tierra. En aquel tiempo yo os traeré, en aquel tiempo os reuniré yo.”