27.) La Gloria de Su carácter

En todo el tiempo que pasó desde la creación del mundo y la caída de Adán y Eva, hubo un constante paso de intervenciones divinas con el propósito de llevarnos a la culminación del problema del pecado y reunir a un remanente purificado con nuestro Creador. La Biblia contiene la historia de estos esfuerzos de Dios para establecer una raza de personas escogidas que Lo conozcan, adoren y cuenten con Su ley escrita en sus mentes y corazones. Gracias a su devoción y amor a Dios, Abraham fue escogido para ser la cabeza de esta raza elegida y Dios le dijo que sus descendientes serían tan numerosos como las estrellas del firmamento y la arena de la costa.

El nieto de Abraham, Jacob, luego de años de conflictos y pesares, alcanzó la victoria sobre las debilidades del carácter cuando luchó toda la noche con Cristo en la forma de un Ángel en Peniel y no cesó hasta vencer. Como resultado, su nombre se cambió a Israel, que significa “El que lucha con Dios” o “vencedor”. Génesis 32:28. Desde ese momento, la gente de todas las naciones se consideró como hijos de Israel o israelitas en toda la Biblia.

“El nombre honrado de Israel fue colocado para rememorar esta noche de lucha. Como se aplicó a los descendientes de Jacob, implicaba la transformación de carácter que Dios buscaba en ellos y su rol futuro de reinar con Dios. El nombre se transfirió primero a sus descendientes literales y luego a su posteridad espiritual, quienes también serían vencedores tal como él lo fue (Juan 1:47; Romanos 9:6). 1 BC 407. (No EGW).

El punto importante para recordar es que el Israel de Dios en toda la Biblia es todo aquel que persevera con Dios y vence. Como dice Pablo: “No todos los descendientes de Israel son Israel, ni tampoco por ser sus descendientes son todos hijos de Abraham.” Romanos 9:6,7. En toda la Biblia, Dios habla consistentemente de un remanente de Israel que será hallado digno de salvación y de tener un lugar en Su reino.

“Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo.” Romanos 9:27

 “Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se apoyarán con verdad en Jehová, el Santo de Israel. El remanente volverá, el remanente de Jacob volverá al Dios fuerte. Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, el remanente de él volverá.” Isaías 10:20-22.

Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se apoyarán con verdad en Jehová, el Santo de Israel. El remanente volverá, el remanente de Jacob volverá al Dios fuerte. Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, el remanente de él volverá

“Este remanente era consistente con aquellos que se habían beneficiado de la disciplina del exilio y se habían hecho espiritualmente puros.” 4 BC 70. (No EGW).

Cuando Cristo culminó su labor aquí en la Tierra y ascendió a los cielos para comenzar Su ministerio en el Lugar Santo del Santuario Celestial, el remanente de la nación israelita que Lo aceptó se convirtió en los cimientos de la iglesia Cristiana. A medida que los siglos transcurrían, Dios conservó un remanente que no sería engañado por las argucias y falsas enseñanzas del enemigo a través de la iglesia papal. Durante todo el oscurantismo, los creyentes verdaderos se aferraron a su fe en los principios de la palabra de Dios y preservaron la luz de la verdad, a veces a costa de sus propias vidas. Durante esos largos años de persecución, Dios solo le requirió a Su pueblo que se enfrentaran a los errores prevalentes de su época, que preservaran la verdad que comprendían y que estuviesen dispuestos a morir por su fe.

Pero en el Antiguo y Nuevo Testamento, los escritores de la Biblia predijeron un momento cuando el gran conflicto terminaría y el remanente del pueblo de Dios sería librado por completo del pecado:

“Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: ‘Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande’, dice Jehová; ‘porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.’” Jeremías 31:33-34.

 “’En aquellos días, en ese momento’, declara el Señor, ‘se buscará la culpa de Israel, pero no habrá ninguna y los pecados de Judá, pero no se hallarán, pues perdonaré al remanente.’” Jeremías 30:20.

“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación.’”

“He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.” Malaquías 4:1, 5-6.

Mi pacto con él fue de vida y de paz, las cuales cosas yo le di para que me temiera; y tuvo temor de mí, y delante de mi nombre estuvo humillado. La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad.

 “El remanente de Israel no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa; porque ellos serán apacentados, y dormirán, y no habrá quien los atemorice…”

“Jehová es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal…”

“Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos…”

“En aquel tiempo yo os traeré, en aquel tiempo os reuniré yo.” Sofonías 3:13-17.

Ahora es el momento cuando el remanente del pueblo de Dios debe preparar sus corazones y vidas para la segunda venida de Cristo, para que podamos ver que los vientos de conflicto – que han sido retenidos por Dios para permitir que Su remanente sea sellado – se liberen sobre la Tierra.

“Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: ‘No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios’. Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.” Apocalipsis 7:1-4.

La siguiente mención del sello del pueblo de Dios se halla en Apocalipsis 9 durante el tocar de la quinta trompeta:

“El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo. Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo. Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra. Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes.”

Es evidente que al momento de la quinta trompeta, el sellado del pueblo de Dios estará cuando menos en marcha. Entonces mientras Dios vea a Su pueblo componerse y preparando sus corazones para recibir el sello y la lluvia tardía, permitirá que los vientos de conflicto comiencen a soplar sobre la Tierra:

“El sexto ángel tocó la trompeta, y oí una voz de entre los cuatro cuernos del altar de oro que estaba delante de Dios, diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: ‘Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates’. Y fueron desatados los cuatro ángeles que estaban preparados para la hora, día, mes y año, a fin de matar a la tercera parte de los hombres.”

Durante el tumultuoso y peligroso momento de la sexta trompeta, el pueblo de Dios experimenta el cierre de la obra de Cristo en el Lugar Santísimo del Santuario Celestial y la obra del perfeccionamiento del carácter se completará de un todo al final del toque de la sexta trompeta:

“En los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas.” Apocalipsis 10:7.

¿Cuál es el misterio de Dios?

“De la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios, el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.” Colosenses 1:25-27.

El propósito del plan de salvación es restituir a la raza humana a la perfección que se les dio en el Jardín del Edén en el momento de su creación. Esta meta se cumplirá por completo en el remanente final justo antes de la venida de Cristo. Esto no ocurrirá automáticamente solo porque seamos Cristianos. Tiene que haber una caminata diaria con Cristo en la que Él se convierta en nuestro Consejero y Amigo más íntimo. Debemos buscar Su sabiduría en todo. Entonces caminaremos con Dios tal como lo hiciera Enoc y así nos prepararemos para ser traspuestos de esta Tierra sin ver muerte.

“Podemos tener lo que tuvo Enoc. Podemos tener a Cristo como nuestra continua compañía. Enoc caminó con Dios y cuando era atacado por la tentación, se lo comunicaba a Dios. No tenía el ‘está escrito’ como nosotros lo tenemos, pero conocía a Su compañero celestial. Hizo que Dios fuera su consejero y era muy íntimo con Cristo. Y Enoc fue honrado en este camino. Fue trasladado al cielo sin ver muerte. Y los que sean trasladados al final de los tiempos serán los que comulguen con Dios en la Tierra. Los que manifiesten que sus vidas con Cristo en Dios siempre Lo representarán en todas sus prácticas. El egoísmo será arrancado de raíz.” 1 BC 1087.

¿Cómo podemos experimentar la purificación necesaria para ser perfectos en carácter como Cristo? Primero debemos volver al plan original de salvación que fue trazado por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo antes de la creación del mundo:

“Dios conocía los eventos del futuro, incluso antes de la creación del mundo. No hizo que Sus propósitos encajaran con las circunstancias, sino que permitió que las cosas se desarrollaran y desenvolvieran. No obró para crear cierta condición de las cosas, sino que sabía que tal condición existiría. El plan se llevaría a cabo a la deserción de cualquiera de las inteligencias celestiales – este es el secreto, el misterio que estuvo oculto durante épocas. Y una ofrenda se preparó con el propósito eterno de hacer la propia obra que Dios ha hecho por la humanidad caída…”

“Presentarle al mundo este misterio que Dios mantuvo en silencio durante mucho tiempo antes de la creación del mundo, antes de la creación del hombre, era la parte que Cristo desempeñaría en la obra que llevaría a cabo cuando vino a este planeta. Y este maravilloso misterio, la encarnación de Cristo y la expiación que hizo, debe declarársele a todo hijo de Adán… Su sufrimiento cumplió perfectamente las proclamas de la ley de Dios.” 6 BC 1082.

Algunos creen que para ser nuestro Salvador, Cristo tuvo que experimentar todo lo que nosotros en la misma naturaleza humana caída que tenemos. Otros creen que Cristo fue tentado en la naturaleza que Adán tenía antes de pecar. La verdad está en algún lugar entre ambas aseveraciones. Sí, tomó para Él nuestra naturaleza humana luego de cuatro mil años de pecado, pero Su impoluta naturaleza espiritual no fue tocada por el pecado. ¿Esto le dio alguna ventaja sobre nosotros? De cierto modo sí, pues cuando vino a la Tierra, la ley de Dios ya estaba escrita en Su corazón.

“Entonces dije: ‘He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.’” Salmos 40:7,8.

Este no es el caso de los demás nacidos en este mundo.

“Los niños son la presa por ley del enemigo, porque no están sujetos a la gracia. No han experimentado el poder purificador de la sangre de Cristo. Los ángeles malignos tienen acceso a estos niños y algunos padres no se preocupan y dejan que actúen con poca moderación. Los padres tienen una gran tarea por hacer con este tema de corregir y controlar a sus hijos y de llevarlos ante Dios y reclamar Su bendición sobre ellos. Por medio de esfuerzos fieles y sostenidos y la bendición de la gracia suplicada a Dios sobre los niños, se romperá el poder de los ángeles malignos, se ejercerá sobre ellos una influencia santificadora y los poderes de las tinieblas cederán.” CT 118.

David dijo de sí mismo:

“He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.” Salmos 51:5.

Pero cuando Cristo nació, ya estaba conectado con Su Padre mediante el Espíritu Santo. El ángel Gabriel le dijo a Su madre, María:

“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.” Lucas 1:35.

Mientras crecía, Su carácter era perfecto:

“Con profundo interés, la madre de Jesús miraba el desarrollo de sus facultades, y contemplaba la perfección de su carácter. Con deleite trataba de estimular esa mentalidad inteligente y receptiva. Mediante el Espíritu Santo recibió sabiduría para cooperar con los agentes celestiales en el desarrollo de este niño que no tenía otro padre que Dios.” DA 69.

Si Cristo fue perfecto desde el momento en que fue concebido y permaneció así toda Su vida, ¿cómo podía comprender a los seres humanos caídos que habían nacido con tendencias al pecado? La respuesta está en el plan que fue hecho en los concilios celestiales entre Cristo y Su Padre antes que el pecado se introdujera en el universo. Todos los días de la vida de Cristo ya habían sido trazados antes que viniera a la Tierra. David escribió:

“Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas.” Salmos 139:16.

Si bien este texto se puede aplicar a cualquiera de nosotros, es especialmente cierto con Cristo. Vino a la Tierra a representar a todas las personas que vivirían en el planeta y para vencer toda tentación y prueba que fuese presentada a cualquier persona que haya vivido. Por tanto, en el plan de Dios, Cristo experimentó y venció todo pecado y debilidad de la naturaleza caída. Experimentó soledad, rechazo, ridículo, cansancio físico, hambre, noches de insomnio, temor y miedo a la muerte, tentaciones y torturas del maligno, incomprensión por aquellos a quienes amaba, decepción, abandono y finalmente la tortura mortal en la cruz. Todas estas experiencias estaban zurcidas al plan de Su vida antes que viniese a esta Tierra. Esto era necesario, no solo para que pudiese empatizar con todo ser humano, sino también para que por dependencia hacia Su Padre pudiese vencer por cada persona, sin importar las circunstancias, pruebas, tentaciones o trasfondo de esas personas y darle la victoria a ellos a través del poder de Su Santo Espíritu habitando la vida de ellos.

Cristo no solo experimentó la variedad de emociones humanas que sentimos, sino que las vivió con mayor intensidad que nosotros gracias a Su naturaleza perfecta y Su desprecio por el pecado:

“Como uno de nosotros, debía llevar la carga de nuestra culpabilidad y desgracia. El Ser sin pecado debía sentir la vergüenza del pecado. El amante de la paz debía habitar con la disensión, la verdad debía morar con la mentira, la pureza con la vileza. Todo el pecado, la discordia y la contaminadora concupiscencia de la transgresión torturaban su espíritu.” DA 111.

 “La naturaleza humana de Cristo era como la nuestra y el sufrimiento lo sintió más agudamente, pues Su naturaleza espiritual estaba libre de toda mancha de pecado. Por tanto,  Su deseo de remoción del sufrimiento era más fuerte que lo que los seres humanos pueden sentir.” 5 BC 1104.

“Cuando nuestro Redentor consideraba tomar la copa de sufrimiento para salvar a los pecadores, Su capacidad de sufrir era el único límite para Su sufrimiento.” KH 69.

“Nadie en el mundo jamás anheló con tanto fervor que se lo apreciara y que se le brindara amistad como Cristo. Tenía hambre de simpatía. Su corazón estaba lleno de un deseo ardiente de que los seres humanos apreciaran el don de Dios al mundo, y lo honraran creyendo en sus palabras y alabándolo.” TD 189.

 “Cristo fue puesto a la más rigurosa prueba, exigiendo toda la fuerza de Sus facultades para resistir a doblegarse cuando estaba en peligro, para usar Su poder para librarse a Sí mismo del peligro y triunfar sobre el príncipe de las tinieblas. Satanás mostró su conocimiento de los puntos débiles del corazón humano y desplegó su mayor poder para tomar ventaja de la debilidad de la humanidad que Cristo había asumido para vencer sus tentaciones en nombre del hombre.” 7 BC 930.

“Ningún acto de la vida de Cristo careció de importancia. Todo evento de Su vida fue para el beneficio de Sus seguidores en el futuro.” TK 29.

“Todo lo que Cristo recibió de Dios, podemos tenerlo también.” COL 149.

“Como la rama de la vid constantemente toma la savia del tallo, así también debemos aferrarnos a Cristo y recibir de Él la fuerza y la perfección de Su propio carácter.” DA 676.

“Por el poder del Espíritu Santo, la imagen moral de Dios ha de ser perfeccionada en el carácter. Debemos ser transformados a la completa semejanza de Cristo.” TM 506.

“La vida de Cristo debe circular a través de nosotros como la sangre circula por nuestras venas.” OHC 60.

“El impartir del Espíritu es el impartir de la vida de Cristo.” SD 33.

Verán, todo lo que vivió Cristo cuando estuvo en esta Tierra, Dios el Padre, Dios el Hijo y la tercera persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, lo experimentaron al mismo tiempo, pues el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son uno con los demás.

“Dios estaba en Cristo… y soportó todas las tentaciones que se le presentan al hombre.” 7 BC 930.

Consecuentemente, el mismo Espíritu Santo que habitaba en Cristo y registraba en Sí mismo todo lo que Jesús lograba por nosotros en Sus victorias sobre la carne, está ahora disponible para nosotros mientras mora en los que aceptan a Cristo como su Salvador y que también están llenos de Él. Así y solo así, puede el perfecto carácter de Cristo replicarse en nosotros, quienes no caminamos en la carne sino en el Espíritu. Solo cuando permanecemos en una continua relación amorosa con Cristo es que Su victoria sobre el pecado y el diablo puede ser transferida a nosotros.

¿Cómo podemos entonces darle cabida al pecado en nuestras vidas y permitirle a nuestras naturalezas carnales que nos gobiernen cuando podemos tener el poder del Espíritu Santo para darnos la victoria que Cristo logró por nosotros con Su vida, muerte, resurrección y ministerio en el Santuario Celestial?

“Con el poder del Espíritu Santo la imagen moral de Dios debe ser perfeccionada en el carácter. Debemos ser transformados por completo a semejanza de Cristo.” TM 506.

“Tierno, compasivo, empático, siempre considerando a los demás, Él representaba el carácter de Dios. Como Cristo fue en naturaleza humana, así también desea Dios que sean Sus seguidores. Con Su fuerza debemos vivir la vida de pureza y nobleza que el Salvador llevó.” SD 21.

“El impartir del Espíritu es el impartir de la vida de Cristo. Llena al que la recibe con la vida de Cristo.” DA 805.

Pablo dijo:

“Para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Efesios 3:16-19.

 “Por tanto, no hay condenación ahora para los que están en Cristo Jesús, porque a través de Él la ley del Espíritu de vida me liberó de la ley del pecado y la muerte. Pues lo que la ley no podía hacer por lo que estaba debilitado por la naturaleza pecaminosa, Dios lo hizo enviando a Su propio Hijo a semejanza del hombre pecador para que fuera una ofrenda por el pecado. Y así Él condenó al pecado en el hombre pecador, para que los justos requisitos de la ley puedan cumplirse en nosotros, que no vivimos de acuerdo a la naturaleza pecaminosa, sino acordes al Espíritu…”

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús – para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.” Romanos 8:1-4; 12-14.

Los Cristianos conocieron durante toda la historia que la vida de Cristo es un ejemplo de lo que Él quiere que sean Sus seguidores. No podemos hacer esto solo con nuestra fuerza, porque nacimos con la propensión al pecado de los que vinieron antes de nosotros. Pero a través del poder purificador del Espíritu Santo, la vida de Cristo está a nuestra disposición y por medio del Espíritu Santo seremos semejantes a Él. La Biblia y Espíritu de Profecía nos dicen que la generación final llegará a tener el carácter de la vida de Cristo:

“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.” 1ra. Juan 3:2,3.

 “Los últimos rayos de la luz misericordiosa, el último mensaje de misericordia que se le dará al mundo es una revelación del carácter de amor del Señor. Los hijos de Dios deberán manifestar Su gloria. Deben revelar en sus propias vidas y caracteres lo que la gracia de Dios hizo por ellos.” COL 415, 16.

“Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: !!Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!  Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. La cena de las bodas del Cordero Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero.” Apocalipsis 19:6-9.

 “A través del Espíritu Santo, la palabra de Dios se convierte en un poder transformador en la vida del que lo recibe. Implantando en sus corazones los principios de Su palabra, el Espíritu desarrolla en los hombres los atributos de Dios. La luz de Su gloria – Su carácter – brillará en Sus seguidores. Así glorificarán a Dios, para allanar el camino del novio a casa, al banquete nupcial del Cordero.” COL 414.

Queridos amigos, ¿su carácter se está limpiando ahora de todo en su vida, práctica y hasta en sus pensamientos de lo que no esté en armonía con nuestro maravilloso Salvador Jesús? Si no, apresúrense al Santuario donde Cristo todavía está intercediendo por nosotros, para recibir Su gracia gratuita – la perfección de Su carácter. Entonces estarán listos para recibir a Cristo con dicha cuando venga en las nubes del cielo para llevar a casa a Sus hijos que Lo esperan.