26.) La Victoria sobre los pecados de la carne

El tema más majestuoso del universo es el de Cristo y cómo pudo vencer la naturaleza pecaminosa por nosotros. Vino como hombre y elevó a la raza humana mediante Su perfección de carácter a la posición en el cielo que Satanás y los ángeles caídos una vez ocuparon. Incluso en el cielo no le podremos agradecer lo suficiente a Cristo por hacer este sacrificio por nosotros. Pero para permitirnos el privilegio de ser los hijos de Dios por toda la eternidad, debemos entender el misterio de vencer tal como Él lo hizo.

La primera pregunta que abordaremos es, ¿era Su naturaleza humana igual a la nuestra o tuvo una ventaja sobre nosotros al librar la batalla contra el pecado? En ciertas formas, no era idéntico a nosotros, pues era el Hijo divino del Dios de la eternidad y cuando vino a la Tierra no abandonó esa divinidad. A diferencia de nosotros, Él era completamente divino y completamente humano. Este es un misterio más allá de nuestra comprensión y experiencia personal. Pero era como nosotros en el sentido en que nunca usó Su divinidad para tomar ventaja de ninguna manera, ni para aliviar Su sufrimiento. De cierto modo esto era una desventaja, pues Su naturaleza perfecta le permitía vivir más intensamente las emociones que sentía como resultado de ser uno de nosotros. Volvamos entonces al principio cuando el Padre y el Hijo todavía estaban juntos y enfrentaban el reto causado por la rebelión de Lucifer y un tercio de los ángeles celestiales.

“Dios conocía los eventos del futuro, incluso desde antes de la creación del mundo. No hizo que Sus propósitos concordasen con las circunstancias, sino que dejó que las cosas se desarrollaran y desenvolvieran. No trabajó para configurar cierta condición de las cosas, sino que sabía que esta condición existiría. El plan que debía llevarse a cabo luego de la deserción de cualquiera de las altas inteligencias celestiales – este es el secreto, el misterio que ha estado oculto durante las épocas. Se preparó una ofrenda para el propósito eterno de hacer la propia obra que Dios ha hecho por la humanidad caída.” 6 BC 1082.

“La encarnación de Cristo es un misterio. La unión de la divinidad con la humanidad es un auténtico misterio, oculto con Dios, ‘incluso el misterio que estuvo oculto por las épocas’. Fue mantenido en silencio eterno por Jehová y se reveló por primera vez en el Edén por la profecía que la semilla de la mujer debería aplastar la cabeza de la serpiente y que esta le mordería el calcañar.”

“Para presentarle al mundo este misterio que Dios mantuvo en secreto por tanto tiempo antes que el mundo fuese creado, antes de la misma creación del hombre, fue la parte que Cristo debía llevar a cabo en la obra que ejecutaría cuando vino a este planeta. Y este maravilloso misterio, la encarnación de Cristo y la expiación que hizo, debe declararse a cada hijo de Adán… La encarnación de Cristo es el misterio de todos los misterios.” 6 BC 1082.

Pero incluso allí hay matices acerca del tema de la encarnación de Cristo que están más allá de nuestro entendimiento, hay mucho revelado e incluso mucho más comprendido por la generación final que será purificada de todo pecado y recibirá el sello de Dios y la lluvia tardía. Apocalipsis 7:3,4. Son ellos los llamados “inmaculados” en Apocalipsis 14:5, quienes siguen al Cordero doquiera va (versículo 4), porque recibieron Su carácter y reflejan perfectamente Su imagen. Son los elegidos de la iglesia de Laodicea que siguieron el consejo de Cristo, el Testigo Fiel y vencieron tal como Él lo hizo. Apocalipsis 3:21.

¿Pero cómo venció Cristo? Para recibir la purificación del corazón que necesitamos para reflejar la imagen del Señor a la perfección, es imperativa la comprensión de Su victoria sobre el pecado. Algunos creen que si Cristo es nuestro Salvador, debió tener los mismos sentimientos de la naturaleza pecaminosa que nosotros tenemos, pero que los resistió al momento en que comenzaron y no respondió ante ninguna invitación o pensamiento pecaminoso que viniese de la naturaleza caída que había tomado sobre Sus hombros cuando vino a este mundo. Pero aunque haya asumido nuestra naturaleza humana como estaba luego de cuatro mil años de pecado, no tomó los patrones de pensamiento y sentimiento moralmente corruptos que son inherentes a la mente de la humanidad. ¿Cómo sabemos esto? He aquí algunos textos y citas del Espíritu de Profecía para guiarnos en nuestro estudio:

“Sacrificio y ofrenda no te agrada; Has abierto mis oídos; Holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.’” Salmos 40:6-8.

Pablo desarrolla este tema en Hebreos 10:4-7:

“Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. Por lo cual, entrando en el mundo dice: ‘Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí.’”

“El Espíritu Santo también nos testifica sobre esto. Primero dice: ‘Esta es la alianza que haré con ellos luego de aquel tiempo’, dice el Señor. ‘Pondré Mis leyes en sus corazones y las escribiré en sus mentes.’ Luego añade: ‘Sus pecados y actos forajidos no recordaré ya más.’”

“Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: ‘Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días’, dice el Señor: ‘Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré’. Añade: ‘Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones’”

Acá vemos una referencia a la nueva alianza prometida en Jeremías 31:31-34:

“’He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá…’”

“’Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días’, dice Jehová: ‘Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.’”

Es importante observar que cuando Dios coloca Su ley en nuestros corazones y mentes, conocemos al Señor tan completamente que dejaremos de pecar. Poniéndolo de otra forma, el pecado es resultado de no conocer al Señor. Todo nacido desde la caída de Adán y Eva vino al mundo bajo pena de muerte. Toda generación le ha legado la semilla del pecado y la muerte a su descendencia. Pero vendrá una generación al final de los tiempos que experimentará un aumento de conocimiento en lo relativo a la obra de Cristo en el Lugar Santísimo del santuario celestial, lo cual les permitirá comprender cómo cooperar con Cristo en la purga de todo pecado de sus vidas.

“Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.” Daniel 12:4. VRS.

Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.

¿Cuándo ocurrirá este aumento de conocimiento en la historia de la humanidad?

“El apóstol Pablo le advirtió a la iglesia a no buscar la venida de Cristo en sus días. ‘Ese día no vendrá’, decía, ‘salvo haya una caída antes y que el hombre de pecado sea revelado.’ El ‘hombre de pecado’… representa al papado… Este período culminó en 1798. Es en este lado del tiempo cuando el mensaje de la segunda venida de Cristo debe ser proclamado.” GC 356.

¿Y cuál será el aumento del conocimiento que se comprenderá en el fin de los tiempos?

“Y yo oí, mas no entendí. Y dije: ‘Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas? El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.’” Daniel 12:8-10.

Aunque sabemos que el aumento de conocimiento de toda índole científica le fue dado por Dios a la humanidad luego del período papal, este no es el conocimiento al que Daniel se refiere en el texto anterior, sino al conocimiento espiritual, hecho inmaculado y refinado, el cual solo los sabios comprenderán.

Esto nos recuerda la parábola de las diez vírgenes que Cristo les dijo a Sus discípulos como profecía de la condición de Su iglesia justo antes de la llegada del novio. Cinco eran prudentes y cinco imprudentes. Todas tenían lámparas, representando a la Biblia además de aceite, representando la iluminación del Espíritu Santo. Pero se cansaron de esperar y cuando se dio la voz que venía el novio, hubo una diferencia importante entre ambos grupos de vírgenes. Las prudentes tomaron aceite adicional y cuando encendieron sus lámparas y le colocaron ese aceite adicional, brillaron con resplandor en todo momento hacia el banquete nupcial. Las imprudentes se apresuraron a comprar más aceite, pero cuando regresaron, la puerta de la casa del novio se había cerrado.

Muchas advertencias se encuentran en esta importante parábola en lo concerniente a la condición de la verdadera iglesia de Dios justo antes de la venida de Cristo. Al momento de la escritura de este artículo, hay un creciente número de miembros de la iglesia, líderes incluso, que descartan los escritos de Elena White y profesan que pueden descubrir la verdad solo con la Biblia. El problema con esta teoría es que cuando Dios tiene un movimiento especial para un momento especial en la historia, a menudo se da el caso que también levanta un profeta para que guíe al pueblo a las verdades que son importantes para su momento histórico. Todos los autores de la Biblia fueron elegidos en un momento específico y con un propósito particular para su época. Rechazar esta luz especial dada por Dios a estos profetas representa el desastre o la muerte.

Surge la pregunta entonces: ¿Qué es el aceite adicional que las vírgenes prudentes cargaban consigo? ¿Y qué era el aceite que las vírgenes imprudentes recibieron cuando fueron a comprarlo con los vendedores cercanos? Queda claro que las vírgenes prudentes representan a los 144.000 que estarán listos cuando Cristo venga para ir con Él a Su reino. Observen que ellos tenían aceite adicional consigo junto con sus lámparas:

“Las (vírgenes) insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas.” Mateo 25:4.

Cuando Cristo vino a la Tierra por vez primera, Dios levantó al profeta Juan el Bautista para anunciarle a la gente que las profecías del Antiguo Testamento relativas al Mesías se cumplían en Cristo Jesús. Del mismo modo, justo antes que Cristo vuelva, la iglesia del remanente final tendrá el espíritu de profecía dado a ellos para ayudarlos a prepararse para ese regreso. Tendrán la preciosa luz para ayudarlos a prepararse para la boda. Pero cuando el momento de preparación para la venida de Cristo llegue, las vírgenes imprudentes acudirán a otras fuentes fuera del remanente de la iglesia para aumentar sus creencias. Demasiado tarde descubrirán que estuvieron bebiendo de cisternas rotas y el Señor les anuncie las terribles palabras: “No los conozco.”

Ahora quiero presentarles un tema que es vital para aquellos que quieren prepararse para vivir hasta que Cristo venga y estar listos para recibirlo. Creo que este tema y su comprensión es cuando menos una gran parte del “aceite adicional” que se necesita para tener caracteres puros y santos cuando Cristo vuelva. Este tópico abarca la necesidad de purificarse, no solo de nuestros pecados y defectos de carácter que observamos a diario, sino también de los que no somos conscientes porque estamos tan condicionados a nuestros propios sentimientos, conductas y falta de discernimiento que nuestro carácter no está limpio ni en armonía con la mente de Cristo.

“La clase representada por las vírgenes imprudentes… no… permitieron que su antigua naturaleza fuese disuelta… Se conformaron con una obra superficial. No conocen a Dios. No estudiaron Su carácter, no mantuvieron comunión con Él, por tanto no saben cómo confiar ni cómo vivir. Su servicio a Dios se degenera en forma.” COL 411.

Además de eso, la purificación de la generación final incluye los defectos de carácter y pecados heredados que recibimos por herencia y que todavía ponen de manifiesto estas cosas en nuestras vidas.

“Si atesoran los rasgos de carácter cultivados y heredados mientras dicen ser Sus discípulos, representan a las vírgenes imprudentes.” 4 BC 1179.

“Es por el Espíritu que el corazón se hace puro. A través de Él el creyente se hace partícipe de la naturaleza divina. Cristo da Su Espíritu como poder divino para vencer todas las tendencias a hacer el mal tanto heredadas como cultivadas y para impregnar Su propio carácter sobre Su iglesia.” DA 671.

Estos principios se encuentran en toda la Biblia, pero a menos que el Espíritu Santo los reúna y los presente ante nosotros de un modo que los aclare para nuestras mentes, el impacto sobre nosotros no será percibido. El Espíritu Santo hizo esto para la generación final a través del espíritu de profecía. De otro modo no veremos estos principios y estaremos susceptibles a las creencias y enseñanzas de otras denominaciones que tienen un concepto limitado del problema del pecado y el propósito de Dios para Sus hijos de ser purificados por completo hasta la tercera y cuarta generación e incluso hasta los orígenes del pecado que se nos legó desde la caída de Adán y Eva.

He aquí algunos textos que resaltan el principio que somos responsables de estar conscientes y confesar los pecados que recibimos de nuestros antepasados:

“No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.” Éxodo 20:5,6.

 “Nuestros padres pecaron, y han muerto; y nosotros llevamos su castigo.” Lamentaciones 5:7.

“Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable; que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta los terceros y hasta los cuartos.” Números 14:17,18.

Sin embargo, el principio generacional es abrogado si confesamos nuestros pecados y no repetimos aquellos de las generaciones que nos antecedieron:

“Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿Qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán sobre la tierra de Israel”

“Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera”

“’Vivo yo, dice Jehová el Señor, que nunca más tendréis por qué usar este refrán en Israel. He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá’” Ezequiel 18:1-4.

Pero las leyes de la herencia a menudo implican que los pecados y las tendencias de nuestros ancestros son transmitidos a nosotros y por tanto son parte necesaria de nuestra purificación.

“Es inevitable que los niños sufran de las consecuencias del mal proceder de los padres, pero no son castigados por la culpa de los padres, salvo participen en sus pecados. Es frecuente el caso en el que los niños sigan los pasos de sus padres. Por herencia y ejemplo, los hijos se vuelven partícipes en los pecados de los padres. Las tendencias incorrectas, los apetitos pervertidos, las morales distorsionadas, las enfermedades físicas y la degeneración son transmitidas como un legado de padre a hijo, hasta la tercera y cuarta generación. Esta terrible verdad debería ejercer un solemne poder sobre los hombres para persuadirlos a no seguir un camino pecaminoso.” PP 306.

Este legado de los defectos de nuestros padres está comprobado por la ciencia:

“Cuando una mujer está embarazada, su bebé está expuesto a todo lo que ella experimenta. Esto incluye sonidos en el ambiente, el aire que respira, la comida que ingiere y las emociones que siente.”

“Cuando la mujer está feliz y en calma, el bebé se desarrolla en un ambiente feliz y calmado. Sin embargo, las emociones como el estrés y la ansiedad pueden aumentar hormonas específicas en su cuerpo que pueden afectar el desarrollo del cuerpo y el cerebro del bebé.”

“Desde el nacimiento, las interacciones que tiene la madre con su bebé ayudan a moldear la forma del pensamiento, sentir y conducta del neonato más adelante en su vida. Estas interacciones también ayudan a forjar un importante vínculo emocional entre la mujer y su hijo.” Healthy WA: Departamente de Salud, Gobierno de Australia Occidental.

https://healthywa.wa.gov.au/Articles/A_E/Emotional-health-for-parents-during-pregnancy-and-after-the-birth

Elena White también nos da información acerca de estas influencias primordiales:

“Lo que son los padres, serán los hijos en gran medida. Las condiciones físicas de los padres, su disposición y apetitos, sus tendencias mentales y morales se reproducirán en sus hijos a mayor o menor grado…”

“Incluso antes del nacimiento del niño, debe comenzar una preparación que le permitirá librar con éxito la batalla contra el mal. Una responsabilidad especial reposa sobre la madre. Ella, de cuyo torrente sanguíneo se alimenta el niño y del cual se forma su constitución física, también le imparte influencias mentales y espirituales que tienden a moldear su mente y carácter…”

“El efecto de las influencias prenatales es considerado como asunto irrelevante por muchos padres, pero el cielo no lo considera así…”

“El bienestar del niño será afectado por los hábitos de la madre. Sus apetitos y pasiones deben ser controlados por los principios… Si antes del nacimiento de su hijo ella es auto indulgente, egoísta, impaciente y vengativa, estos rasgos se reflejarán en la disposición del niño. Así muchos niños reciben unas tendencias casi invencibles a hacer el mal al momento de nacer…”

“Pero si la madre se adhiere inquebrantablemente a los principios adecuados, si es temperante, humilde, amable, gentil y desprendida, puede transmitirle a su hijo estos mismos rasgos de carácter…”

“La madre debe cultivar una alegre y feliz disposición. Todo esfuerzo en esta dirección será abundantemente retribuida tanto en el bienestar físico como en el carácter moral de sus hijos…”

“Que el marido ayude a su esposa con su simpatía y afección infalible. Si desea mantenerla fresca y alegre para que sea el sol del hogar, que le ayude con sus cargas. Su amabilidad y cortesía serán para ella un precioso aliento y la felicidad que imparta traerá dicha y paz a su propio corazón.”

“El marido y padre que es sombrío, egoísta y dominante, no solo es infeliz él mismo, sino que proyecta esa sombra sobre los habitantes de su hogar. Cosechará el resultado de ver a su esposa desalentada y enfermiza y sus hijos estropeados por su propio temperamento desgarbado.” MH 371-4.

¿Podemos ver ahora cuán importante es comprender y participar en la purificación final de nuestro carácter antes que Cristo haya culminado su obra en el Lugar Santísimo? Esta limpieza de las raíces no sanas de la niñez está predicha en Malaquías 4:1,2;5,6:

“’Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama. Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación.’”

“’He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.’”

Muchos sienten que esta obra de purificación del juicio celestial ocurrirá en secreto y que no sabremos cuál será el resultado hasta que nos encontremos de un lado o del otro luego del cierre de gracia y que las siete plagas finales caigan sobre los inicuos. Pero este no es el caso, porque “El Señor no hace nada sin nuestra cooperación.” 2 SM 236. Si caminamos con Cristo, nos permitirá atravesar las pruebas que nos harán darnos cuenta de los defectos en nuestros caracteres. Entonces mientras acudimos a Él en oración y contrición, Él razonará con nosotros y nos guiará dándonos Su carácter perfecto a cambio de nuestras imperfecciones.

Para comprender mejor este proceso de limpieza, debemos entender que “los pensamientos y sentimientos combinados constituyen el carácter moral.” 5T 310. Muchos Cristianos se concentran en la conducta como la meta que les garantizará la entrada al cielo. Pero el objetivo de Dios para nosotros es la semejanza a Cristo en pensamiento, sentimiento y conducta. Por eso es que la limpieza que Dios requiere para entrar al reino de los cielos abarca los niveles más profundos de nuestras mentes y corazones. El Espíritu Santo debe tener control total sobre todo aspecto de nuestra naturaleza para terminar de escribir la ley de Dios en nuestras mentes y corazones.

Tal vez ahora es más sencillo comprender cómo la vida que Cristo llevó en este planeta difirió de la nuestra. La meta de nuestra santificación es limpiar nuestras vidas de todo, incluyendo de las cosas que heredamos que no están en armonía con Dios y Su ley. Pero Cristo vino desde el seno de Su padre teniendo la ley ya escrita en Su corazón y fue lleno del Espíritu Santo desde el momento de Su concepción. No tenía inclinación hacia el pecado como nosotros y esto es la certeza de nuestra salvación, pues la victoria que tuvo en carne humana es exactamente lo que puede darnos si participamos con Él en la limpieza del pecado en nuestras vidas. La vida perfecta que Él llevó como humano no es solo nuestro ejemplo, sino que también es el regalo que nos da a través del Espíritu Santo a medida que participamos con Él en el proceso de purificación. Es Su meta darnos Su mente, Sus sentimientos, Sus emociones, Su desprecio por el pecado y Su victoria sobre toda tentación que Satanás Le presentó.

Cuando Cristo iba a nacer, el ángel Gabriel le dijo a María: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.” Lucas 1:35.

Elena White dice: “La santidad es estar en armonía con Dios.” 5T 743. Pablo nos advierte que “Sin santidad nadie verá al Señor.” Hebreos 12:14. Por esto podemos saber que cuando Cristo nació, estaba en completa armonía con Su Padre por medio del Espíritu Santo y las inclinaciones de Su mente estaban en la misma frecuencia de la ley de Dios. ¿Cómo puede Él entonces empatizar con nosotros y comprendernos cuando nacimos con un sesgo hacia el pecado? Él puede porque Su naturaleza humana fue la de cualquier ser humano desde la caída de Adán y Eva y en esa misma naturaleza recibiría la fuerza de Su Padre para soportar la soledad, el abuso, el rechazo, la decepción y todas las tentaciones que tenemos que lidiar. Como resultado, le dio a la naturaleza humana una nueva herencia de victoria sobre toda tentación y pecado. Y gracias a la conexión con Cristo y el poder del Espíritu Santo, podemos recibir como herencia la victoria que Él alcanzó para nosotros.

El sello de la justicia de Cristo está contenido en la sangre que Él derramó por nosotros en el Calvario y la victoria que obtuvo para nosotros está escrita en la mente del Espíritu Santo que moraba en Cristo. Recibiremos el derramamiento de la lluvia tardía cuando recibamos de Cristo la obra culminada de Su vida a través del mismo Espíritu Santo que habitó en Cristo y que Le dio una victoria perfecta sobre la carne. Cristo dijo: “No trabajen por comida que se dañe, sino por comida que perdure en la vida eterna, la cual el Hijo del Hombre les dará. En Él, Dios el Padre colocó Su sello de aprobación.” Juan 6:27. Así que el pueblo de Dios también recibirá al final el sello de aprobación de Dios cuando reflejen la imagen de Cristo a la perfección.

“El sello del Dios viviente será colocado sobre aquellos que exhiban una similitud a Cristo en su carácter.” 7 BC 970.

Es el momento ahora para que la obra de Cristo se complete en Su pueblo. A menos que hagamos el esfuerzo de pasar el tiempo con Cristo que Él pasó con Su Padre, no podremos asimilar Su carácter. Pero cuando hagamos a Cristo la prioridad diaria y de todo momento en nuestras vidas, Su carácter se formará en nuestro interior. Entonces el Espíritu Santo reconocerá la similitud de nuestro carácter con el de nuestro preciado Señor y la lluvia tardía descenderá sobre nosotros.

“Si todos lo que manejan la palabra de Dios, haciendo ministerio para la gente, purgan sus corazones de toda iniquidad y corrupción y acuden a Dios con un limpio propósito de corazón, como niños pequeños, verán la salvación de Dios. Cristo caminará en medio nuestro. Ahora tenemos la invitación de la misericordia para convertirnos en receptáculos para honrar y luego no tengamos necesidad de preocuparnos por la lluvia tardía, lo que tenemos que hacer es mantener ese receptáculo limpio y preparado para recibir la lluvia celestial y seguir pidiendo: ‘Que la lluvia llegue a mi receptáculo. Que la luz del ángel glorioso que se une con el tercer ángel brille sobre mí; que me den una parte en la obra, permítanme sonar la proclamación, déjenme ser un colaborador con Jesucristo.’” Ms. 35, Septiembre 26, 1891.

Así la promesa de la nueva alianza que se halla en Jeremías se cumplirá y el la obra de Dios habrá culminado en nuestra generación.

“’Vendrán los días’, declara el Señor, ‘cuando plantaré la casa de Israel y la de Judá con la descendencia de hombres y animales. Así como los cuidé para desarraigar, acabar, derrocar, destruir y causar desastres, también los cuidaré para erigir y plantar’, declara el Señor. ‘En aquellos días la gente ya no dirá: Los padres comieron uvas amargas y los niños serán perturbados.”

“’ He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá… Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: ‘Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande’, dice Jehová; ‘porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.’” Jeremías 31:31-34.

La culminación de la obra de Cristo en el Lugar Santísimo ocurrirá cuando termine de limpiar y eliminar los pecados en las vidas de Su pueblo. Esto es el resultado del juicio a los vivos:

“Mientras los libros de registro son abiertos en el juicio, las vidas de todos los que creyeron en Cristo serán revisadas ante Dios. Comenzando con los que vivieron primero en la Tierra, nuestro Abogado presenta los caso de cada generación sucesiva, terminando con los vivos…”

“Todos los que se hayan arrepentido realmente de sus pecados y con fe clamaran la sangre de Cristo como su sacrificio expiatorio, recibieron el perdón en los libros celestiales, pues se hicieron partícipes de la justicia de Cristo y sus caracteres están en armonía con la ley de Dios, sus pecados serán eliminados y ellos mismos serán hallados dignos de recibir la vida eterna.” GC 483.

“El Intercesor divino presenta el alegato que todos los que vencieron mediante la fe en Su sangre sean perdonados de sus transgresiones, que sean restaurados a su hogar en el Edén y coronados como justos herederos con Él del primer dominio. Satanás, en sus esfuerzos por engañar y tentar a nuestra raza, había pensado en frustrar el plan divino en la creación del hombre, pero Cristo pide ahora que este plan se ejecute, como si ningún hombre hubiese caído nunca. Pide no solo el perdón y la justificación total y completa para Su pueblo, sino una parte de Su gloria y un asiento sobre Su trono…”

“Así se cumplirá toda la promesa de la nueva alianza, ‘Perdonaré sus iniquidades y no recordaré sus pecados ya más. En aquellos días y en aquel tiempo, dice el Señor, la iniquidad de Israel y los pecados de Judá se buscarán y no se hallarán…”

“Cuando el juicio investigativo culmine, Cristo vendrá y Su recompensa vendrá con Él para darla a cada hombre como es el trabajo de Él.” GC 484, 485.

“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” Isaías 1:18.

Que cada uno de nosotros participemos activamente en la obra purificadora que Cristo está haciendo en nuestras vidas ahora mismo, que nuestros pecados sean eliminados y olvidados.